“PODEROSO
caballero es don Dinero.” Este refrán tiene algo de cierto. El dinero
permite adquirir comida y ropa; con él pagamos el alquiler o compramos una
casa. “El papel del dinero en la sociedad es muy importante —escribió el
director de un periódico financiero—. Si desapareciera como medio para
conseguir bienes, la gente entraría en pánico y por todas partes se desatarían
guerras en cuestión de días.”
Pero el
dinero tiene sus limitaciones. El poeta noruego Arne Garborg escribió:
“Puedes comprar comida, pero no el apetito; puedes comprar medicinas, pero
no la salud; camas cómodas, pero no el sueño; libros, pero no la
inteligencia; diversión, pero no el placer; conocidos, pero no la
verdadera amistad; sirvientes, pero no la fidelidad, puedes comprar
días tranquilos, pero no puedes comprar la paz”.
Cuando
una persona tiene una opinión realista del dinero, es decir, lo ve como un
medio para alcanzar un fin y no como un fin en sí mismo, puede sentirse
satisfecho. La Biblia advierte: “El amor al dinero es raíz de toda clase
de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y se han causado
terribles sufrimientos” (1 Timoteo 6:10, Dios
Habla Hoy, 1994 [DHH]).
Cabe
notar que es el amor al dinero, y no el dinero en sí, lo que
causa sufrimiento. La obsesión por el dinero puede separar amigos y
familiares. Veamos algunos ejemplos.
Daniel:
“Siempre pensé que mi amigo Tomás era una persona buena y honrada. Nunca
habíamos tenido ningún problema, hasta que compró mi auto. Que yo supiera, el
auto no tenía ningún desperfecto. Tomás firmó el contrato, aceptándolo tal
y como estaba. Tres meses más tarde, el auto se averió. Tomás se sintió
engañado e insistió muy enojado en que le devolviera el dinero. ¡Yo
no podía creerlo! Cuando intenté hablar con él, se puso agresivo, se
convirtió en otra persona. El dinero dañó nuestra amistad”.
Clara: “Sonia es mi única hermana.
Siempre nos llevamos muy bien, por eso nunca me imaginé que el dinero pudiera
interponerse entre nosotras. Cuando mis padres murieron, nos dejaron una
pequeña herencia que se debía dividir en dos partes iguales. Mi hermana
no quiso respetar la decisión de mis padres y exigió más de lo que le
correspondía. Como yo no estuve de acuerdo, ella se enfureció e incluso me
amenazó. Hasta el día de hoy, está muy resentida conmigo”.
EL DINERO Y EL PREJUICIO
Tener un
punto de vista distorsionado del dinero contribuye a los prejuicios. Por
ejemplo, una persona rica quizás piense que los pobres son perezosos.
O una persona pobre pudiera pensar que los ricos son unos materialistas
que solo piensan en el dinero. Laura, una adolescente de una familia adinerada,
sufrió prejuicios de este tipo. Ella nos cuenta lo siguiente:
Los
consejos que da la Biblia sobre el tema son tan equilibrados y oportunos
hoy como cuando se escribieron
“La gente
me conocía como la hija de un rico. Muchas veces me hacían comentarios
sarcásticos como: ‘Ay... perdona que no todos seamos ricos como tu familia
y no tengamos autos lujosos’. Finalmente, les pedí a mis amigos que
no me hicieran comentarios como ese. Les expliqué que sus palabras me
hacían sentir mal. Quería que la gente me conociera por ser amable con los
demás y no por tener dinero”.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
La Biblia
no condena el dinero ni critica a los ricos. Lo importante
no es cuánto tenga una persona, sino la actitud que tiene
hacia el dinero y lo que puede conseguir con él. Los consejos que da la Biblia
sobre el tema son tan equilibrados y oportunos hoy como cuando se escribieron.
Veamos algunos ejemplos.
LA BIBLIA
DICE: “No
arruines tu salud por las riquezas” (Proverbios 23:4, La
Palabra de Dios para Todos [PDT]).
Según el
libro The Narcissism Epidemic (La epidemia del narcisismo), las personas
que se empeñan en tener más y más dinero tienen “problemas emocionales y
también físicos, como dolor de garganta, de espalda y de cabeza. Además, esas
personas tienden a beber en exceso y a consumir drogas. Todo apunta a que el
afán por las riquezas hace que la gente se sienta desdichada”.
LA
BIBLIA DICE: “Que su modo de vivir esté exento del amor al dinero, y estén
contentos con las cosas presentes” (Hebreos 13:5).
La persona
que está contenta con lo que tiene se preocupa también por el dinero, pero sabe
que no debe preocuparse en exceso. Por ejemplo, no se agobiará si
surgen problemas económicos. Más bien, tratará de tener la actitud que tuvo el
apóstol Pablo: “Yo sé cómo vivir en pobreza o en abundancia. Conozco el secreto
de estar feliz en todos los momentos y circunstancias: pasando hambre o estando
satisfecho; teniendo mucho o teniendo poco” (Filipenses 4:12, PDT).
LA BIBLIA
DICE: “El que
confía en sus riquezas... él mismo caerá; pero justamente como follaje
reverdecerán los justos” (Proverbios 11:28).
Según los
investigadores, muchos matrimonios terminan en divorcio debido a conflictos por
problemas de dinero. Las dificultades económicas han empujado a algunas
personas al suicidio. Para algunos es más importante el dinero que su
matrimonio o incluso que la vida misma. En cambio, quienes tienen un punto
de vista equilibrado del dinero no dependen de él para ser felices.
Reconocen la sabiduría que hay detrás de las palabras de Jesús: “No por ser
dueños de muchas cosas se vive una vida larga y feliz” (Lucas 12:15, Traducción
en lenguaje actual [TLA]).
¿Y QUÉ HAY DE USTED?
Si nos
hacemos un autoexamen, quizás veamos que necesitamos ajustar nuestra manera de
ver el dinero. Por ejemplo, pudiéramos hacernos las siguientes preguntas:
- ¿Me gustan las “oportunidades” de ganar dinero fácil?
- ¿Me cuesta ser generoso? ¿Soy tacaño?
- ¿Me gusta estar con gente que solo habla de dinero y de todo lo que tienen?
- ¿Recurro a la mentira o al engaño para ganar más?
- ¿Me siento importante cuando tengo dinero?
- ¿Estoy pensando todo el tiempo en cuestiones monetarias?
- ¿Está perjudicando a mi familia y mi salud la manera en que veo el dinero?
Sea generoso y comparta lo que tiene
Si su
respuesta ha sido afirmativa a cualquiera de estas preguntas, trate de
no soñar con el dinero y de resistir las tentaciones. Aléjese de la gente
a la que solo le interesan el dinero y las riquezas. Busque la compañía de
aquellos que le dan más importancia a otros valores.
Nunca
permita que el amor por el dinero eche raíces en su corazón. Más bien, dele al
dinero el lugar que le corresponde y ponga siempre en primer lugar a la
familia, los amigos, y también cuide su salud física y mental. Si hace
esto, demostrará que tiene una forma equilibrada de ver el dinero.
LA FAMILIA VALE MÁS QUE EL DINERO
“Hace
poco mi padre cambió su testamento y a mí me dejó mucho menos que a mis
hermanos. Hablamos al respecto, y entendí sus razones. Estuve de acuerdo con su
decisión. Nunca permitiré que cosas como el dinero dividan a mi familia.”
(Josué, de 55 años)
EL DINERO Y EL FAVORITISMO
“Al pobre
lo desprecian hasta sus compañeros, pero el rico tiene muchos amigos.” (Proverbios 14:20,
Versión Israelita Nazarena)
Como dice
este versículo, nuestra actitud hacia el dinero influye en nuestra forma de
tratar a la gente. Por ejemplo, quizás menospreciemos a los pobres, de los que
no podemos sacar ventaja. O tal vez halaguemos a los ricos y nos hagamos
sus amigos para ver qué podemos conseguir.
La Biblia
condena a quienes muestran favoritismo, ya sea despreciando al humilde o
halagando al rico (Judas 16; Isaías 10:1, 2).
Propóngase ver y tratar a todos de la misma manera.
CONSEJOS SABIOS DE LA BIBLIA
La Biblia
reconoce:
·
“El dinero es para una protección” (ECLESIASTÉS 7:12).
Sin
embargo, advierte:
·
“El que se apresura a ganar riquezas no permanecerá inocente” (PROVERBIOS 28:20).
·
“Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en
muchos deseos insensatos y perjudiciales” (1 TIMOTEO 6:9).
Por eso
la Biblia aconseja:
·
“Que su modo de vivir esté exento del amor al dinero” (HEBREOS 13:5).
·
“¡No vivan siempre deseando tener más y más! No por ser dueños de
muchas cosas se vive una vida larga y feliz” (LUCAS 12:15, TLA).
·
“No olviden el hacer bien y el compartir cosas con otros” (HEBREOS 13:16).
¿En qué
le benefician?
·
“Hay más felicidad en dar que en recibir” (HECHOS 20:35).
·
“El que es generoso, prospera; el que da, también recibe” (PROVERBIOS 11:25, DHH).
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