lunes, 25 de septiembre de 2017

La Fe y los Sentimientos

 publicado por: http://hojeandolabiblia.org
Algunas personas nunca han pensado en lo que significa vivir por sentimiento y vivir por fe que son dos caminos distintos. En la fe mi máxima prioridad es Dios pero en los sentimientos mi máxima prioridad soy yo mismo. Las emociones son causadas por sentimientos, ya que los sentimientos es lo que sentimos internamente después de haber usado nuestros sentidos. Ejemplo: Cuando se nos pellizca sentimos una pequeña molestia en el brazo y dependiendo de cuan fuerte o débil sea el pellizco, nosotros cambiamos la apariencia de nuestro rostro, a este se le llama emoción. Otro ejemplo es cuando se nos habla de una manera incorrecta, a todos cuando se nos habla mal lo primero que hacemos es pensar como le vamos a contestar y si no nos contenemos vamos a expresar algo inadecuado dependiendo de cuanto esté formado tu carácter y tu madurez.
Cuando eres una persona madura las emociones son muy controladas por algo que se llama Temor a Dios que nos lleva a cosechar un fruto del espíritu llamado PACIENCIA. Los sentimientos son internos, la emoción es la revelación de esos sentimientos. No podemos ignorar que estar feliz es un sentimiento interno y sonreír es una emoción provocada por ese sentimiento.
Las personas que no conocen a Dios describen el amor como un sentimiento pero la Biblia describe el amor como un atributo de Dios (1 juan 4: 8, Santiago 1:8). Una característica de vivir por sentimiento es que podemos sentir algo hoy y mañana no sentirlo. He visto muchas personas que están tan entusiasmadas por estudiar una carrera que al momento de tomar una decisión la toman por un sentimiento, y se ha dado el caso muchas veces que al comenzar, a la mitad o concluyendo la carrera deciden cambiarse expresando que nunca le gustó lo que estaban estudiando.
[pull_quote_center]Cuando amas incondicionalmente a una persona, con casa sin casa, con carro sin carro, con dinero sin dinero, en salud en enfermedad, en las buenas en las malas, ese amor no varía porque proviene de Dios.[/pull_quote_center] Amar POR SENTIMIENTO se torna muchas veces condicional ya que nos sentimos muchas veces motivados a amar a alguien por lo que este alguien nos brinda, cuando ese alguien nos deja de brindar pues ahí dejamos de amar, eso es amor por sentimiento. No podemos expresar amor solo a quienes nos aman, aún esa persona no amándome yo estoy llamado a amar (Mateo 5: 46).  He visto parejas que llevan años amándose y se viene al caso que por un error cometido de parte de alguno de ellos el amor acaba ¿POR QUE? Porque vivían por sentimiento. Para amar no hay que sentirlo, amar es una decisión provocada por Dios a través de ti, Dios te proveerá de su amor incondicional para que no ames por sentimiento. He visto muchas personas que hoy pueden estar bien pero mañana están mal ¿POR QUE? Porque viven por sentimiento. He visto personas que hoy están dispuestos a dar su vida por ti pero mañana no te quieren tener cerca ¿Por qué? Porque viven por sentimiento. No es lo mismo sentir paz por un sentimiento, que sentir paz como resultado de andar en el Espíritu.
La paz basada en sentimientos está fundamentada en situaciones externas y es variable. Ejemplo: Solo siento paz cuando todo anda bien pero cuando me viene la luz alta entro en depresión. La paz de Dios como resultado de cosechar un fruto del Espíritu no varía, es inmutable y está fundamentada en los brazos de nuestro Dios. Ejemplo: Siento paz y siento gozo porque la paz de Dios trae gozo: aun cuando sé que tengo una deuda en el banco que no sé cómo pagar (Romanos 14: 17, Mateo 15:19).
El corazón en la palabra no representa el que bombea sangre a todos los órganos del cuerpo, el corazón en la Biblia representa el ALMA y es donde están alojados los sentimientos y las emociones, tu manera de pensar, la razón, tu voluntad. Por eso es que nuestra mente debe de ser diariamente renovada con la Palabra de Dios porque la vieja naturaleza (viejo hombre) te seduce a pecar constantemente (Romanos 6:6).
[quote_box_center]Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame[/quote_box_center] Cuando vivimos por sentimientos no decidimos con firmeza, ya que hoy decido tomar un camino y mañana decido tomar otro. Cuando vivimos por sentimientos aislamos la voluntad de Dios porque nos acostumbramos a decidir nosotros, no Dios. Cuando Dios te dice VEN aún los vientos contrarios no te hacen retroceder pero cuando yo digo voy al momento de soplar los vientos no encuentro un fundamento por lo cual seguir y decido devolverme. Por eso cuando decides servir a Dios y lo haces por sentimiento, hoy dices que serás un evangelista pero ya mañana no tendrás deseos de ir a la iglesia. Debemos de aprender a controlar nuestros sentimientos ya que se originan en algo muy engañoso llamado EL CORAZÓN.
Si fuera por los sentimientos nunca servirías a Dios con excelencia ya que nunca sentirás deseos de orar, leer la palabra, ayunar, predicar su palabra porque nunca sentirás hacer la voluntad de Dios, porque hacer la voluntad de Dios no viene por sentimiento sino por una decisión, por eso los sentimiento hay que quebrantarlos. Por eso uno de los problemas más comunes por lo cual muchas personas no dan el paso de fe es porque esperan sentirlo y el tiempo se le agota. ¿Cómo ponemos los sentimientos bajo sumisión? Mateo 16:24. A Dios sea la gloria.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

CONTROLANDO TUS EMOCIONES Y SENTIMIENTOS

publicado por: www.leadersummaries.com
El concepto de  Inteligencia Emocional  ha llegado a prácticamente todos los rincones de nuestro planeta, en forma de tiras cómicas, programas educativos, juguetes que dicen contribuir a su desarrollo o anuncios clasificados de personas que afirman buscarla en sus parejas. Incluso la UNESCO puso en marcha una iniciativa mundial en 2002, y remitió a los ministros de educación de 140 países una declaración con los 10 principios básicos imprescindibles para poner en marcha programas de aprendizaje social y emocional.
El mundo empresarial no ha sido ajeno a esta tendencia y ha encontrado en la inteligencia emocional una herramienta inestimable para comprender la productividad laboral de las personas, el éxito de las empresas, los requerimientos del liderazgo y hasta la prevención de los desastres corporativos. No en vano, la Harvard Business Review ha llegado a calificar a la inteligencia emocional como un concepto revolucionario, una noción arrolladora, una de las ideas más influyentes de la década en el mundo empresarial. Revelando de forma esclarecedora el valor subestimado de la misma, la directora de investigación de un head hunter ha puesto de relieve que los CEO son contratados por su capacidad intelectual y su experiencia comercial y despedidos por su falta de inteligencia emocional.
Sorprendido ante el efecto devastador de los arrebatos emocionales y consciente, al mismo tiempo, de que los tests de coeficiente intelectual no arrojaban excesiva luz sobre el desempeño de una persona en sus actividades académicas, profesionales o personales, Daniel Goleman ha intentado desentrañar qué factores determinan las marcadas diferencias que existen, por ejemplo, entre un trabajador “estrella” y cualquier otro ubicado en un punto medio, o entre un psicópata asocial y un líder carismático.
Su tesis defiende que, con mucha frecuencia, la diferencia radica en ese conjunto de habilidades que ha llamado “inteligencia emocional”, entre las que destacan el autocontrol, el entusiasmo, la empatía, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo. Si bien una parte de estas habilidades pueden venir configuradas en nuestro equipaje genético, y otras tantas se moldean durante los primeros años de vida, la evidencia respaldada por abundantes investigaciones demuestra que las habilidades emocionales son susceptibles de aprenderse y perfeccionarse a lo largo de la vida, si para ello se utilizan los métodos adecuados.
 
 
El diseño biológico que rige nuestro espectro emocional no lleva cinco ni cincuenta generaciones evolucionando; se trata de un sistema que está presente en nosotros desde hace más de cincuenta mil generaciones y que ha contribuido, con demostrado éxito, a nuestra supervivencia como especie. Por ello, no hay que sorprenderse si en muchas ocasiones, frente a los complejos retos que nos presenta el mundo contemporáneo, respondamos instintivamente con recursos emocionales adaptados a las necesidades del Pleistoceno.
En esencia, toda emoción constituye un impulso que nos moviliza a la acción. La propia raíz etimológica de la palabra da cuenta de ello, pues el latín movere significa moverse y el prefijo e denota un objetivo. La emoción, entonces, desde el plano semántico, significa “movimiento hacia”, y basta con observar a los animales o a los niños pequeños para encontrar la forma en que las emociones los dirigen hacia una acción determinada, que puede ser huir, chillar o recogerse sobre sí mismos. Cada uno de nosotros viene equipado con unos programas de reacción automática o una serie de predisposiciones biológicas a la acción. Sin embargo, nuestras experiencias vitales y el medio en el cual nos haya tocado vivir irán moldeando con los años ese equipaje genético para definir nuestras respuestas y manifestaciones ante los estímulos emocionales que encontramos.
Un par de décadas atrás, la ciencia psicológica sabía muy poco, si es que algo sabía, sobre los mecanismos de la emoción. Pero recientemente, y con ayuda de nuevos medios tecnológicos, se ha ido esclareciendo por vez primera el misterioso y oscuro panorama de aquello que sucede en nuestro organismo mientras pensamos, sentimos, imaginamos o soñamos. Gracias al escáner cerebral se ha podido ir desvelando el funcionamiento de nuestros cerebros y, de esta manera, la ciencia cuenta con una poderosa herramienta para hablar de los enigmas del corazón e intentar dar razón de los aspectos más irracionales del psiquismo.
Alrededor del tallo encefálico, que constituye la región más primitiva de nuestro cerebro y que regula las funciones básicas como la respiración o el metabolismo, se fue configurando el sistema límbico, que aporta las emociones al repertorio de respuestas cerebrales. Gracias a éste, nuestros primeros ancestros pudieron ir ajustando sus acciones para adaptarse a las exigencias de un entorno cambiante. Así, fueron desarrollando la capacidad de identificar los peligros, temerlos y evitarlos. La evolución del sistema límbico estuvo, por tanto, aparejada al desarrollo de dos potentes herramientas: la memoria y el aprendizaje.
En esta región cerebral se ubica la amígdala, que tiene la forma de una almendra y que, de hecho, recibe su nombre del vocablo griego que denomina a esta última. Se trata de una estructura pequeña, aunque bastante grande en comparación con la de nuestros parientes evolutivos, en la que se depositan nuestros recuerdos emocionales y que, por ello mismo, nos permite otorgarle significado a la vida. Sin ella, nos resultaría imposible reconocer las cosas que ya hemos visto y atribuirles algún valor.
Sobre esta base cerebral en la que se asientan las emociones, fue creándose hace unos cien millones de años el neocórtex: la región cerebral que nos diferencia de todas las demás especies y en la que reposa todo lo característicamente humano. El pensamiento, la reflexión sobre los sentimientos, la comprensión de símbolos, el arte, la cultura y la civilización encuentran su origen en este esponjoso reducto de tejidos neuronales. Al ofrecernos la posibilidad de planificar a largo plazo y desarrollar otras estrategias mentales afines, las complejas estructuras del neocórtex nos permitieron sobrevivir como especie. En esencia, nuestro cerebro pensante creció y se desarrolló a partir de la región emocional y estos dos siguen estando estrechamente vinculados por miles de circuitos neuronales. Estos descubrimientos arrojan muchas luces sobre la relación íntima entre pensamiento y sentimiento.
La emergencia del neocórtex produjo un sinnúmero de combinaciones insospechadas y de gran sofisticación en el plano emocional, pues su interacción con el sistema límbico nos permitió ampliar nuestro abanico de reacciones ante los estímulos emocionales y así, por ejemplo, ante el temor, que lleva a los demás animales a huir o a defenderse, los seres humanos podemos optar por llamar a la policía, realizar una sesión de meditación trascendental o sentarnos a ver una comedia ligera. Asimismo, con el neocórtex emergió en nosotros la capacidad de tener sentimientos sobre nuestros sentimientos, inducir emociones o inhibir las pasiones.
Orgullosos de nuestra capacidad para controlar nuestras emociones, hemos caído en la trampa de creer que nuestra racionalidad prima sobre nuestros sentimientos y que a ella podemos atribuirle la causa de todos nuestros actos. Pero, a diferencia de lo que pensamos, son muchos los asuntos emocionales que siguen regidos por el sistema límbico y nuestro cerebro toma decisiones continuamente sin siquiera consultarlas con los lóbulos frontales y demás zonas analíticas de nuestro cerebro pensante. Recuerde, simplemente, la última vez en que perdió usted el control y explotó ante alguien, diciendo cosas que jamás diría.
Los estudios neurológicos han encontrado que la primera región cerebral por la que pasan las señales sensoriales procedentes de los ojos o de los oídos es el tálamo, que se encarga de distribuir los mensajes a las otras regiones de procesamiento cerebral. Desde allí, las señales son dirigidas al neocórtex, donde la información es ponderada mediante diferentes niveles de circuitos cerebrales, para tener una noción completa de lo que ocurre y finalmente emitir una respuesta adaptada a la situación. El neocórtex registra y analiza la situación y acude a los lóbulos prefrontales para comprender y organizar los estímulos, en orden a ofrecer una respuesta analítica y proporcionada, enviando luego las señales al sistema límbico para que produzca e irradie las respuestas hormonales al resto del cuerpo.
Aunque esta es la forma en la que funciona nuestro cerebro la mayor parte del tiempo, Joseph LeDoux -en su apasionante estudio sobre la emoción- descubrió que, junto a la larga vía neuronal que va al córtex, existe una pequeña estructura neuronal que comunica directamente el tálamo con la amígdala. Esta vía secundaria y más corta, que constituye una suerte de atajo, permite que la amígdala reciba algunas señales directamente de los sentidos y dispare una secreción hormonal que determina nuestro comportamiento, antes de que esas señales hayan sido registradas por el neocórtex.
El problema que esto puede y suele suscitar consiste en que la amígdala ofrece respuestas inmediatas que no tienen en cuenta la situación en toda su complejidad, sino que se limitan a asociarla con los recuerdos emocionales que guarda almacenados para proveer así la repuesta que considere adecuada. Si bien esto podría ser determinante para la supervivencia de nuestros ancestros en situaciones en las que unas milésimas de segundos significaban la diferencia entre vida o muerte, en el sofisticado mundo social de hoy en día puede resultar desproporcionado y hasta catastrófico. 
 
 
Así, por ejemplo, no es de sorprender que una persona que haya sufrido un fuerte trauma tras haber sido asediada sexualmente por un antiguo jefe, tenga una reacción exagerada y violenta cuando se enfrente a un escenario similar al del ataque o cuando se encuentre con una superior que le recuerde de alguna forma a su agresor. De hecho, la situación se hace más compleja si tenemos en cuenta que la mayoría de los recuerdos emocionales más intensos que están almacenados en la amígdala proceden de los primeros años de vida, de hechos que no sólo escapan a nuestro control, sino que ni siquiera entran en el ámbito de nuestros recuerdos conscientes.
En cada uno de nosotros se solapan dos mentes distintas: una que piensa y otra que siente. Éstas constituyen dos facultades relativamente independientes y reflejan el funcionamiento de circuitos cerebrales diferentes aunque interrelacionados. De hecho, el intelecto no puede funcionar adecuadamente sin el concurso de la inteligencia emocional, y la adecuada complementación entre el sistema límbico y el neocórtex exige la participación armónica de ambas. En muchísimas ocasiones, estas dos mentes mantienen una adecuada coordinación, haciendo que los sentimientos condicionen y enriquezcan los pensamientos y lo mismo a la inversa. Algunas veces, sin embargo, la carga emocional de un estímulo despierta nuestras pasiones, activando a nivel neuronal un sistema de reacción de emergencia, capaz de secuestrar a la mente racional y llevarnos a comportamientos desproporcionados e indeseables, como cuando un ataque de cólera conduce a un homicidio.
En el funcionamiento de la amígdala y en su interrelación con el neocórtex se esconde el sustento neurológico de la inteligencia emocional, entendida, pues, como un conjunto de disposiciones o habilidades que nos permite, entre otras cosas, tomar las riendas de nuestros impulsos emocionales, comprender los sentimientos más profundos de nuestros semejantes, manejar amablemente nuestras relaciones o dominar esa capacidad que señaló Aristóteles de enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto.

lunes, 11 de septiembre de 2017

EJERCICIOS DE GLUTEOS PARA CHICAS

7 ejercicios para reafirmar los glúteos en casa

PUBLICADO POR: mejorconsalud.com
Además de la rutina de ejercicios, para obtener resultados será fundamental cuidar nuestra alimentación e ingerir 2 litros de agua diarios.
 
Si deseas tener los glúteos perfectos, existen muy buenas rutinas fuera o dentro del gimnasio que te pueden ayudar. En el siguiente artículo aprenderás lo más eficaces ejercicios para reafirmar los glúteos, para conseguir buenos resultados en cuestión de semanas.

La flacidez de los glúteos es un problema estético que requiere, en primera medida, de esfuerzo y en segunda, de constancia, para poder corregirlo. Con ejercicios regulares puedes obtener la figura que deseas.
Es preciso tener en cuenta, antes de comenzar con la rutina para los glúteos, que en todo momento la espalda ha de estar recta, así la cuidarás y evitarás problemas. Lo que tiene que trabajar es la zona de los muslos y no la cintura.
Si sientes tirones o dolor en los lumbares o en las caderas, entonces quiere decir que estás haciendo mal el ejercicio. Reacomoda la postura y vuelve a empezar. Por más que quieras tener los glúteos firmes no tienes que descuidar la espalda ni provocar lesiones.
Los ejercicios se pueden hacer tanto en el gimnasio como en la sala de tu casa, lo importante es que seas estricta con la rutina, que la repitas al menos tres veces a la semana y que comas más saludable. De nada te servirá esforzarte tanto si después ingieres cualquier alimento. Y no olvides beber al menos dos litros de agua por día, hagas o no hagas ejercicio.

Los mejores ejercicios para reafirmar los glúteos

1. Sentadillas

 

Sin duda, son los más conocidos ejercicios para los glúteos, muslos y piernas. Se trata del ejercicio imprescindible en cualquier rutina. Puedes hacerlo con diferentes variantes, usando una barra con pesas, con mancuernas o simplemente el peso de tu cuerpo para generar resistencia.
  • De pie, separa las piernas hasta un ancho de hombros. Si usas mancuernas, pueden quedar a los laterales del cuerpo (una en cada mano) o con los brazos estirados a los costados (a la altura de los hombros). Si usas barra de peso, pásala por detrás de la cabeza y sosténla con los hombros.
  • Flexiona las rodillas para que el cuerpo descienda. Trata de que los muslos estén paralelos al suelo y que la línea imaginaria de la rodilla no sobrepase la punta de los pies.
  • Mantén esta posición durante algunos segundos, luego, retoma a la postura inicial. El movimiento debe ser lento y pausado.

2. Media sentadilla o estocada

 

Es una de las variantes más sencillas del ejercicio anterior. La posición es la misma y también puedes usar tu cuerpo, la barra de pesas o las mancuernas como resistencia.
  • Los pies a un ancho de hombros. En lugar de bajar hacia el piso, lo que debes hacer es dar un paso hacia adelante con un pie, lo más exagerado que puedas sin perder el equilibrio.
  • Mantén los hombros por arriba de las caderas. La pierna que ha quedado atrás también debe flexionarse desde la rodilla, para que roce el piso.
  • La rodilla delantera no debe sobrepasar la línea de la punta del pie. Vuelve a la posición inicial y repite con la otra pierna. Intercambia y cumple la misma cantidad de posiciones con cada una.

3. Extensión de cadera

 

Para este ejercicio debes estar acostada en un banco de gimnasio (o puedes hacerlo en tu cama) y las caderas deben quedar en el extremo, con los pies colgando hacia abajo.
  • Levanta ambas piernas al mismo tiempo, haciendo fuerza con los músculos de los muslos y de los glúteos. Deben quedar a la altura de las caderas.
  • Mantén esta posición y alterna como si estuvieras dando patadas para nadar, pero en el aire. Cuando una pierna está más cerca del pecho, la otra queda a la altura de la cadera, se juntan en el medio del movimiento.

4. Elevaciones


Ponte de pie frente a un banco o silla que sea resistente y alta para poder inclinar una rodilla en un ángulo de 90° y pararte sobre ella.
  • Ubica el pie derecho en el banco y eleva el cuerpo usando la fuerza de los músculos de tus muslos y glúteos.
  • Estira lo más que puedas, la idea es que la pierna quede totalmente estirada. La pierna izquierda no debe tocar el banco, pero si puede ponerse de puntillas.
  • Mantén la postura unos segundos y desciende de forma lenta. Repite cinco veces con esa pierna antes de cambiar.

5. Presión de glúteos

 

Coloca las rodillas, los codos y los antebrazos en el piso. Las rodillas a la altura de las caderas. Los codos en línea recta con los hombros.
  • Debes apretar el estómago y alinear bien la espalda. Ahora levanta la pierna izquierda hasta que la rodilla te quede a la altura de la cadera, flexionada.
  • Aprieta los glúteos durante tres segundos y desciende a la postura inicial. Realiza quince repeticiones antes de pasar a la otra pierna.

6. Patadas

 

Comienza el ejercicio en la misma postura que el anterior, apoyando codos, rodillas y antebrazos en el piso. Aprieta el estómago.
  • Levanta la pierna derecha a la altura de la cadera, flexionando la rodilla. Las patadas se pueden hacer tanto para arriba (como si la planta del pie tocara el techo) o bien para atrás, estirando la pierna y que quede recta.
  • En cualquiera de los casos debes mantener durante unos segundos. Haz ocho repeticiones y cambia de pierna. Para que el ejercicio tenga más resistencia, puedes usar unas pesas de tobillos.

7. Levantamiento de pelvis


Acuéstate boca arriba en una colchoneta, apoya las plantas de los pies en el suelo, flexionando las rodillas. Los brazos a los laterales del cuerpo.
  • Eleva la pelvis hacia el techo, ejerciendo presión con los glúteos o muslos. La espalda debe quedar en diagonal al suelo.
  • Mantén la postura durante unos segundos y vuelve a la postura inicial, sin llegar a tocar la colchoneta con los glúteos.
  • Haz diez repeticiones, descansa y vuelve a empezar. Una variante a este ejercicio es colocar una pesa redonda en el abdomen.
 

EJERCICIO DE HOMBRO (PRESS MILITAR)

PUBLICADO POR: www.vitonica.com

Una de las partes del cuerpo que debemos poner especial atención a la hora de trabajarla son los hombros. Habitualmente en Vitónica damos consejos para realizar una ejecución correcta y para ello presentamos diferentes ejercicios. Uno de los estrella es el press militar para hombro. Nosotros en esta ocasión nos queremos detener en algunos riesgos que puede tener si no lo hacemos como es debido.
Para los que no lo conozcan, el press militar consiste en elevar la carga con los hombros por encima de la cabeza. Normalmente se suele realizar tras nuca, aunque también hay variantes por delante de la cara. Se puede realizar sentado o de pie, y está recomendado para personas que tienen un cierto control de su cuerpo y en especial de los ejercicios de hombro para poder realizarlo correctamente y no correr riesgo, aun así los riesgos son elevados.

Riesgos de la postura

En primer lugar la postura a adoptar a la hora de realizar el ejercicio no es natural, ya que al ejecutarse tras nuca el riesgo de hacernos daño es mayor. El problema radica en que adelantaremos la espalda a la vez que forzamos a los hombros a ir hacia atrás para poder ejecutar el movimiento. Esto lo que nos obligará será a realizar un movimiento en el que forzaremos la trayectoria natural del hombro, pudiendo hacernos daño en esta zona.
A esto hay que sumar el riesgo que la columna entera y la parte lumbar pueden correr, ya que a la hora de elevarla carga tenderemos a adelantarnos hacia el frente doblando la espalda para así dar más impulso. Tanto si lo ejecutamos de pie o sentados, el riesgo es elevado para la columna, ya que la postura ideal sería poyando la espalda totalmente en el respaldo del banco o la pared para así no desviar tensión a ésta y cargarla toda en los hombros.

Hacerlo correctamente

El problema es que sea como sea, siempre la espalda se verá afectada por lo poco natural de la postura. La única manera de hacerlo correctamente sería apoyando la barbilla contra el pecho, mantener la espalda recta y los glúteos apretados para que sea la pelvis la que aguante el peso. Esta postura es casi imposible de conseguir cuando se trata de elevar una carga con los hombros por detrás de la nuca y por encima de la cabeza, por lo que tenderemos a desviar tensión a la columna sin quererlo.
Para evitar esto lo mejor es elegir otras variantes del press militar. Por delante de la cara es mucho menos lesivo. Aunque existe una variante mucho menos perjudicial, que consiste en realizar el press con mancuernas, de modo que agarraremos una con cada mano y la ejecución será mucho más lateral, ayudándonos a mantener la espalda recta sin correr el riesgo de hacernos daño en la columna vertebral.

sábado, 9 de septiembre de 2017

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

 Publicado por: psicologiaymente.net
Siempre hemos oído decir que el Cociente intelectual (IQ) es un buen indicador para saber si una persona será exitosa en la vida. La puntuación del test de inteligencia, decían, podía establecer una relación fuerte con el desempeño académico y el éxito profesional.
No obstante, los investigadores y las corporaciones empezaron a detectar hace unas décadas que las capacidades y habilidades necesarias para tener éxito en la vida eran otras, y éstas no eran evaluables mediante ningún  test de inteligencia.

Inteligencia Emocional: ¿en qué consiste?

Prueba de ello es que empezaron a ganar terreno algunas teorías de la inteligencia que intentaban comprenderla desde ópticas diferentes, como la  Teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner, la teoría de Raymond Cattell (y otros) que explicaba las diferencias entre Inteligencia fluida y cristalizada, o la Inteligencia Emocional que popularizó Daniel Goleman.

Las emociones juegan un papel vital en nuestro día a día

Si pensamos detenidamente en la trascendencia de nuestras emociones en nuestra vida diaria nos daremos cuenta rápidamente que son muchas las ocasiones en que éstas influyen decisivamente en nuestra vida, aunque no nos demos cuenta. Podríamos plantearnos: (1) ¿Compré mi coche haciendo cálculos sobre la rentabilidad y los comparé con otros modelos y marcas? (2) ¿Elegí a mi pareja porque era objetivamente la mejor opción? (3) ¿Es mi empleo el que me ofrece el mejor salario? Gran parte de nuestras decisiones son influenciadas en mayor o menor grado por las emociones.
Ante esta realidad, cabe resaltar que existen personas con un dominio de su faceta emocional mucho más desarrollado que otras. Y resulta curiosa la baja correlación entre la Inteligencia clásica (más vinculada al desempeño lógico y analítico) y la Inteligencia Emocional. Aquí podríamos ejemplificar esta idea sacando a colación el estereotipo de estudiante “empollón”; una máquina intelectual capaz de memorizar datos y llegar a las mejores soluciones lógicas, pero con una vida emocional y sentimental vacía. Por otro lado, podemos encontrar personas cuyas capacidades intelectuales son muy limitadas, pero en cambio consiguen tener una vida exitosa en lo que refiere al ámbito sentimental.
Este par de ejemplos llevados al extremo son poco habituales, pero sirven para percatarse de que es necesario prestar más atención a esta clase de habilidades emocionales, que pueden marcar nuestra vida y nuestra felicidad tanto o más que nuestra capacidad para puntuar alto en un test de inteligencia convencional. Para eso es importante profundizar en la Inteligencia Emocional.

Elementos de la Inteligencia Emocional

El gran teórico de la Inteligencia Emocional, el psicólogo estadounidense Daniel Goleman, señala que los principales componentes que integran la Inteligencia Emocional son:

1. Autoconocimiento emocional (o autoconciencia emocional)

Se refiere al conocimiento de nuestros propios sentimientos y emociones y cómo nos influyen. Es importante reconocer la manera en que nuestro estado anímico afecta a nuestro comportamiento, cuáles son nuestras capacidades y cuáles son nuestros puntos débiles. Mucha gente se sorprende de lo poco que se conocen a ellos mismos.

2. Autocontrol emocional (o autorregulación)

El autocontrol emocional nos permite reflexionar y dominar nuestros sentimientos o emociones, para no dejarnos llevar por ellos ciegamente. Consiste en saber detectar las dinámicas emocionales, saber cuáles son efímeras y cuáles son duraderas. No es raro que nos enfademos con nuestra pareja, pero si fuéramos esclavos de la emoción del momento, estaríamos continuamente actuando de forma irresponsable o impulsiva, y luego nos arrepentiríamos.

3. Automotivación

Enfocar las emociones hacia objetivos y metas nos permite mantener la  motivación y establecer nuestra atención en las metas en vez de en los obstáculos. En este factor es imprescindible cierto grado de optimismo e iniciativa, de modo que tenemos que valorar el ser proactivos y actuar con tesón y de forma positiva ante los imprevistos.

4. Reconocimiento de emociones en los demás (o empatía)
Las relaciones interpersonales se fundamentan en la correcta interpretación de las señales que los demás expresan de forma inconsciente, y que a menudo emiten de forma no verbal. La detección de estas emociones ajenas y sus sentimientos que pueden expresar mediante signos no estrictamente lingüísticos (un gesto, una reacción fisiológica, un tic) nos puede ayudar a establecer vínculos más estrechos y duraderos con las personas con que nos relacionamos.
Además, el reconocer las emociones y sentimientos de los demás es el primer paso para comprender e identificarnos con las personas que los expresan. Las  personas empáticas son las que, en general, tienen mayores habilidades y competencias relacionadas con la IE.

5. Relaciones interpersonales (o habilidades sociales)

Una buena relación con los demás es una fuente imprescindible para nuestra felicidad personal e incluso, en muchos casos, para un buen  desempeño laboral. Y esto pasa por saber tratar y comunicarse con aquellas personas que nos resultan simpáticas o cercanas, pero también con personas que no nos sugieran muy buenas vibraciones; una de las claves de la Inteligencia Emocional.


La Inteligencia Emocional (IE) en las empresas

Hoy en día son muchas las corporaciones que invierten grandes sumas de dinero en formar a sus empleados en Inteligencia Emocional. La razón de esta apuesta estriba en que las empresas se han dado cuenta de que una de las claves del éxito comercial y de la venta de sus productos radica en el grado en que sus trabajadores son capaces de reconocer y controlar sus emociones, así como las de sus clientes.
Es casi impensable concebir un comercial de ventas que carezca de habilidades en el trato con los clientes, un empresario sin motivación para la dirección de su compañía o un negociador que no sepa capaz de controlar sus impulsos y emociones. Todo el conocimiento técnico basado en la mejor relación entre estudios académicos y experiencia no será ninguna garantía para estas personas, porque tarde o temprano malograrán operaciones económicas por un deficiente conocimiento de sus emociones.

Empleados con IE, los más demandados

Cabe resaltar que en el proceso de selección de personal de las empresas la tendencia va enfocada a poner al candidato en situaciones de fuerte estrés o incomodidad para así poder examinar su reacción y su capacidad para lidiar con sus emociones.
El psicólogo de las organizaciones  Jonathan García-Allen explica: “La época en que los procesos de selección de personal se basaban en la experiencia laboral y los conocimientos técnicos pasó. Actualmente, el método ha evolucionado y los aspectos relacionados con la Inteligencia Emocional, como las habilidades interpersonales y la gestión de las emociones, han cobrado un protagonismo clave. Esta creciente relevancia del aspecto emocional en el trabajo viene motivada por la tendencia a la tercerización de la economía en los países occidentales, en que el intercambio económico está mediado por la confianza entre ambos agentes”.
De ahí se desprende, según señala García-Allen, que los empleados con alta Inteligencia Emocional resulten mucho más productivos para las corporaciones.

lunes, 4 de septiembre de 2017

PERSONALIDAD ALTAMENTE SENSIBLE



PUBLICADO POR: www.aboutespanol.com

Por Ana Muñoz
Actualizado 13 de julio de 2015

Entre un 15 y un 20 % de las personas de ambos sexos tiene un tipo de personalidad que se ha dado en llamar la personalidad altamente sensible. Se trata de personas que tienen un sistema nervioso especialmente sensible, son mucho más conscientes de todas las sutilezas del ambiente a su alrededor y se sienten abrumadas con facilidad por un exceso de estimulación.


Procesan el mundo a un nivel más profundo

La psicóloga Elaine Aron, autora del libro The Highly Sensitive Person, ha estado estudiando este tipo de personalidad. Según explica, las personas altamente sensibles tienen una gran capacidad para procesar todo lo que llega a sus sentidos de una manera más profunda y sutil, son más dadas a reflexionar o analizar lo que sucede tanto fuera como dentro de ellas. A veces, esta profunda reflexión e indagación puede no ser consciente, lo que las convierte en personas especialmente intuitivas.

Al captar y procesar con más profundidad todas las sutilezas del ambiente, tienen una mayor propensión a sentirse abrumados por un alto nivel de estimulación, de manera que se estresan con facilidad y necesitan con frecuencia periodos de soledad para reponerse. Son también más propensos a sentir fatiga y ansiedad por este exceso de información.

En sus relaciones con los demás…

Tienen una gran capacidad para darse cuenta de lo que quieren o necesitan aquellos que no pueden comunicarse claramente, como bebés o animales.

Es decir, tienen una mayor empatía. Esto significa también que pueden verse más afectados por las emociones negativas de los demás o por los sucesos negativos.

Tienen también una mayor capacidad para captar las sutilezas en el comportamiento, palabras o lenguaje no verbal de los demás, siendo más conscientes de los matices de significado, juegos de palabras, contradicciones entre el lenguaje no verbal y verbal, etc.

Introversión o timidez

Un alto porcentaje de estas personas son socialmente introvertidas, aunque aproximadamente el 30% son extrovertidos.

La timidez es otra característica que puede formar parte de estas personas. Según Elaine Aron, ninguna persona nace tímida, sino tan solo con una mayor predisposición a la timidez que se desarrolla o no en función de las experiencias sociales que viva en su infancia. Así, dada su mayor sensibilidad, las personas altamente sensibles tienen una mayor probabilidad de llegar a ser tímidas o socialmente ansiosas si viven experiencias socialmente desagradables, pero no es una característica que forme necesariamente parte de este modo de ser.

En general, se trata de personas más precavidas, que necesitan pararse antes de emprender una acción para considerar las diversas implicaciones. Ante situaciones nuevas no se lanzan sin más sino que primero se detienen y observan.


Otras características

    Tienen también una estrecha conexión con su propio inconsciente y también con el de los demás. Esta conexión con su inconsciente se manifiesta en forma de sueños muy vívidos.
    Tienen una rica vida interior.
    Suelen considerarse personas espirituales.
    Al procesar todo con más profundidad, también lo hacen con sus propios defectos, de manera que son muy sensibles a las críticas, perfeccionistas y concienzudos.

    Son más sensibles al alcohol, las drogas, el tabaco, el frío o el calor, los medicamentos, etc.
    Sienten las emociones, tanto positivas como negativas, de un modo más intenso y reaccionan también más intensamente ante los sucesos positivos o negativos.
    Captan con más sutileza los diversos matices de los colores, los olores, el tacto, etc.
    Tienen una mayor consciencia de su propio estado emocional y no es raro que sean personas creativas.

Dado que vivimos en una sociedad que valora la extroversión e infravalora la sensibilidad, las personas altamente sensibles pueden sentirse a veces un tanto desconectadas de la sociedad, como si no encajaran del todo en ella, o pueden llegar a preguntarse si hay algo malo en ellos, pero lo cierto es que se trata de un modo de ser totalmente normal, solo que diferente a la mayoría de las personas.

Si te identificas con este tipo de personalidad, lo mejor que puedes hacer es tratar de aprender más sobre ella y construirte una vida acorde con ese modo de ser. Es decir, tratando de no tener un nivel de estimulación excesivo, buscando periodos de soledad para descansar, etc. Los libros escritos por Elaine Aron pueden servirte de ayuda para sacar el mayor partido de esta forma de ser y para que las personas importantes en tu vida te comprendan mejor.

MIS PLANES VS EL PROPOSITO DE DIOS

http://www.devocionalescristianos.org Pablo, otro amigo, me dejó este texto que también me hizo reflexionar. Planteamos el nuevo año con ...