viernes, 28 de abril de 2017

BUSCANDO LA PRESENCIA DEL ESPIRITU SANTO

 Publicado por: http://www.enlace.org
Cuando hay una tormenta, las aves pequeñas buscan refugio mientras que las águilas vuelan hacia las alturas. Esto es porque solo las águilas saben que elevándose, se alejan del peligro. Buscar a Dios también es mirar al cielo aún en medio de las dificultades y confiar. En la clase de hoy hablaremos acerca de las claves para ser llenos del Espíritu Santo y poder vivir una profunda transformación. Dios siempre tiene una respuesta a tiempo. A veces la ansiedad nos trae frustración, es por eso que debemos buscar su presencia y esperar que las puertas sean abiertas a su manera. ¡No es con ejército ni con fuerza, sino con su Espíritu Santo!

Cuando uno comienza a poner su vista en las cosas de Dios, allí hay algo que comienza a cambiar. Esto nos lleva a dejar de darle lugar a la carne para priorizar lo espiritual. Así como Ester que nació esclava del reino persa, huérfana y pobre. Sin embargo cuenta la historia que ella no se pasaba la vida lamentándose por su soledad y pobreza, sino más bien que aún en momentos de presión pudo seguir el plan de Dios hasta darle la victoria total como reina del imperio. Así también el Señor tiene un propósito específico con nuestra vida.
¿Cómo conocer el plan que tiene Dios para cada uno de nosotros? Simplemente buscando su presencia en oración y expectativa. Es así como la oración nos permite “sintonizar” la voz de Dios. La búsqueda nos conecta con su presencia y nos abre los oídos espirituales para poder ser guiados.
El ayuno y la actitud de amor hacia el necesitado
Si leemos Isaías 58:6-8 veremos que la Palabra nos enseña acerca del ayuno y también de la importancia de tener una actitud que honre a Dios. Hay mucho que Él quiere derramar en tu vida, pero antes debes preparar tu corazón.
El Señor desea que lo busques con humildad y que derrames amor a quienes te rodean. Que seas de bendición a los demás. Y junto con esto, la Palabra nos enseña muchas promesas de bendición.
Dios quiere que lo encuentres
Si continuamos leyendo, en Isaías 58:9 ¡hay una tremenda revelación! Dios desea que lo conozcas y quiere que sepas que está cerca tuyo. No importa la situación que te toque atravesar, si buscas tener una actitud humilde y generosa, entonces ¡Él te mostrará su poder para abrir camino y acompañarte en todo tiempo!
Dios puede cambiar tu oscuridad en pureza
En el versículo 10 la Escritura nos habla acerca de aquellas cosas que hoy parecen que son imposibles de vencer. Quizás actitudes, defectos o cuestiones que son oscuras en nuestra vida, Dios puede transformarlas en nuestras mayores fortalezas si vivimos a su manera!
Y en el versículo 11, el Señor nos promete guiarnos siempre, saciarnos en todo tiempo y fortalecernos. Aunque otros se quiebren y se cansen, ¡para ti siempre habrá esperanza! ¡Puesto que confiamos en Dios Todopoderoso!
Por tanto no te apresures, espera en el Señor. Permite que Él te guie y te llene de su presencia. ¿Cuál es el secreto para que las tinieblas retrocedan? Clamar y orar. Rendirse a Dios y buscarlo con todo el corazón.
Reconstructor de los muros
En el versículo 12 habla de la reconstrucción. En aquel tiempo, las ciudades estaban cercadas por grandes muros y vigías que controlaban la entrada y la salida. Cuando esos muros eran derribados, la ciudad quedaba desprotegida. Llevándolo a nuestra vida el Señor quiere decirte que no solo Él quiere reconstruir lo que el enemigo te ha destruido, sino que también tú serás alguien que levante los brazos de otros! Cuando uno ora y ayuna, Dios comienza a reparar los muros de protección alrededor de su vida y su familia. Cuando lo buscamos, somos fortalecidos espiritualmente y ya nada nos puede derribar!
¡Sed llenos!
En Hechos 2:1-4 vemos que había llegado la fiesta del Pentecostés. Ya había pasado la pascua que era la ocasión donde el pueblo hebreo recordaba al cordero sacrificado en Egipto que les había permitido salir de la esclavitud. Fueron también los días cuando Jesús, simbolizado por el cordero, había derramado su sangre para darnos la posibilidad de ser libres del pecado y la muerte eterna.
Unos cincuenta días después de la fiesta de la Pascua, era tradición que cada judío trajera a Jerusalén las primicias (era la primera cosecha o los primeros frutos obtenidos que los traían como ofrenda a Dios en el templo). Esta era la fiesta del Pentecostés. La gente viajaba con animales y con lo primero que había obtenido de su trabajo. Los hebreos festejaban la provisión divina y la Palabra escrita en las tablas de Moisés. Por su parte, los discípulos estaban juntos esperando la promesa que había anunciado Jesús en cuanto a que otro vendría en su lugar, pero no ya para vivir con ellos sino EN ellos.
De repente un fuerte viento conmovió la casa y ¡todos fueron llenos del Espíritu Santo! ¡La promesa se había cumplido! A partir de ese momento ya la voluntad de Dios no estaría escrita en tablas de piedra, sino en sus corazones.
La historia de la iglesia comenzó con la llenura del Espíritu Santo. Los mismos que días atrás estaban llenos de inseguridades y dudas, ahora estaban comenzando a experimentar una plenitud de santidad, gozo, victoria y liberación!
En Hechos 2:39 la Palabra afirma que esta llenura no fue solo para los apóstoles del Pentecostés, sino también para nosotros que creemos!
Este gran mover volvió a ocurrir en 1904 en Gales. Un joven huérfano comenzó a clamar a Dios por un cambio en su nación. Oró con tanta desesperación que algo comenzó a ser transformado. Un día le pidió a su pastor el permiso para predicar en su pequeña iglesia y solo 17 personas se quedaron a oír lo que tenía para decir. Sin embargo al poco tiempo ya eran multitudes que estaban siendo impactadas por el Espíritu Santo! Toda la nación, Europa y hasta América fueron conmovidas por este gran mover que comenzó con la simple oración sincera y profunda de un jovencito.
Lo que más necesitamos es ser llenos del Espíritu Santo. Todo lo demás llega a su tiempo. Por tanto es necesario que comencemos a buscar de Dios en ayuno y oración. Procurando tener una actitud de amor y generosidad para quienes nos rodean.  ¡Dios desea que lo encuentres y que seas lleno de su presencia!

www.claudiofreidzon.org
Facebook: Claudio Freidzon

jueves, 27 de abril de 2017

¿Sera que Dios apoya a un Cristiano que use la violencia para resolver sus problemas?

 PUBLICADO POR: www.jw.org
 
La historia del hombre se ha caracterizado por la violencia. ¿Seguirá siendo así por siempre?

¿Qué opina Dios de la violencia?

LO QUE DICE LA GENTE

Muchos, incluidos los creyentes, piensan que no hay nada de malo en responder a las provocaciones con violencia. Y millones se entretienen viendo películas y programas de televisión repletos de violencia.

LO QUE DICE LA BIBLIA

Cerca de Mosul, al norte de Irak, encontramos las ruinas de lo que fue una gran ciudad: Nínive, la capital del antiguo Imperio asirio. Cuando la ciudad estaba en pleno auge, un profeta predijo que Dios haría “de Nínive un yermo desolado” (Sofonías 2:13). Nínive era conocida como “la ciudad de derramamiento de sangre”, y Dios la castigó para que sirviera de ejemplo (Nahúm 1:1; 3:1, 6). Como demuestran las ruinas de Nínive, Jehová odia a los que derraman sangre y los castiga (Salmo 5:6).
La violencia tiene su origen en el peor enemigo de Dios y del hombre, el Diablo. Cristo mismo llamó asesino al Diablo (Juan 8:44). Y 1 Juan 5:19 dice que “el mundo entero yace en el poder del inicuo [o Diablo]”. Eso explica por qué a tanta gente le fascina la violencia. Si queremos ganarnos la aprobación de Dios, tenemos que aprender a odiar la violencia. * ¿Es eso posible?

“Jehová [...] odia a cualquiera que ama la violencia.” (Salmo 11:5)

¿Puede una persona violenta cambiar?

LO QUE DICE LA GENTE

Los seres humanos somos violentos por naturaleza, y eso no se puede cambiar.

LO QUE DICE LA BIBLIA

Dios nos da este mandato: “Deséchenlas todas de ustedes: ira, cólera, maldad, habla injuriosa y habla obscena [...]. Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas, y vístanse de la nueva personalidad” (Colosenses 3:8-10). ¿Nos pide lo imposible? No. Todos podemos cambiar. * ¿Cómo?
El primer paso es conocer bien a Dios (Colosenses 3:10). Cuando alguien de  buen corazón descubre las maravillosas cualidades de Dios y comprende lo justas que son sus normas, empieza a amarlo y se esfuerza por hacer todo lo posible por complacerlo (1 Juan 5:3).
El segundo es escoger bien a nuestros amigos. La Biblia nos aconseja: “No tengas compañerismo con nadie dado a la cólera; y con el hombre que tiene arrebatos de furia no debes entrar, para que no te familiarices con sus sendas” (Proverbios 22:24, 25).
El tercer paso es ver la violencia como lo que en realidad es: una seria debilidad. La tendencia a ser violento refleja falta de control. La persona pacífica, por el contrario, posee una gran fuerza interior. La Biblia afirma: “Aquel que controla su carácter es mejor que el héroe de guerra” (Proverbios 16:32, Diego Ascunce).

“Sigan tras la paz con todos.” (Hebreos 12:14)

¿Acabará algún día la violencia?

LO QUE DICE LA GENTE

Siempre ha habido violencia y siempre la habrá.

LO QUE DICE LA BIBLIA

“Dentro de poco no habrá malvados [...]. En cambio, la gente humilde recibirá la tierra prometida y disfrutará de mucha paz.” (Salmo 37:10, 11, Traducción en lenguaje actual.) Para proteger a los mansos y humildes, Dios hará con los violentos lo mismo que hizo con los habitantes de Nínive. Una vez eliminados, la violencia jamás volverá a quitar la paz de la Tierra (Salmo 72:7).

“Los de genio apacible [...] heredarán la tierra.” (Mateo 5:5)

Por eso, ahora es el momento de ganarnos el favor de Dios y aprender a ser personas pacíficas. La Biblia dice en 2 Pedro 3:9: “Jehová [...] es paciente para con ustedes porque no desea que ninguno sea destruido; más bien, desea que todos alcancen el arrepentimiento”.

“Convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces.” (Isaías 2:4, La Palabra de Dios para Todos, 2012)

miércoles, 26 de abril de 2017

¿PORQUE LOS ATEOS NO CREEN EN DIOS?

El ateísmo es la ponencia de que Dios no existe. El ateísmo no es algo nuevo. El Salmo 14:1 escrito por David alrededor de 1000 a.C. menciona el ateísmo – “Dice el necio en su corazón; No hay Dios” Recientes estadísticas muestran un creciente número de gente convirtiéndose al ateísmo, con más del 10% de gente alrededor del mundo declarándose a sí mismos partidarios del ateísmo. Así que, ¿por qué más y más gente se vuelve atea? ¿Es el ateísmo realmente la postura lógica que claman los ateístas ser?
            ¿Por qué existe aún el ateísmo? ¿Por qué no Dios simplemente se revela a Sí Mismo a la gente, probando así que Él existe? Seguramente si Dios apareciera, ¡todos creerían en Él! El problema con esta idea es que no es el deseo de Dios solo convencer a la gente de que Él existe. El deseo de Dios para la gente es que crean en Él por fe (2 Pedro3:9) y acepten Su regalo de salvación (Juan 3:16). Si, Dios puede aparecer y demostrar de una vez por todas que Él existe. El problema es que Dios claramente ha demostrado Su existencia muchas veces en el Antiguo Testamento (Génesis capítulos 6-9; Éxodo 14:21-22; 1 Reyes 18:19-31) ¿Creyó la gente que Dios existe? ¡Sí! ¿Se volvieron de sus malos caminos para obedecer a Dios? ¡No! Si una persona no está dispuesta a aceptar la existencia de Dios por fe, entonces definitivamente no estará dispuesta a aceptar a Jesucristo como su Salvador por fe (Efesios 2:8-9). Ese es el deseo de Dios – que las personas se conviertan en cristianos, no solo teístas (quienes creen que Dios existe).
            La Biblia nos dice que la existencia de Dios debe ser aceptada por fe. Hebreos 11:6 declara, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” La Biblia nos recuerda que somos bendecidos cuando creemos y confiamos en Dios por fe, “Jesús le dijo; porque me has visto Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron.” (Juan 20:29).
            El hecho de que la existencia de Dios debe ser aceptada por fe, no significa que creer en Dios sea ilógico. Existen muchos buenos argumentos para percibir la existencia de Dios. La Biblia enseña que la existencia de Dios es claramente visible en el universo (Salmo 19:1-4), en la naturaleza (Romanos 1:18-22), y en nuestros propios corazones (Eclesiastés 3:11). Con todo lo dicho, nuevamente, la existencia de Dios no puede ser probada, debe ser aceptada por fe.
            Al mismo tiempo, se necesita la misma cantidad de fe para creer en el ateísmo. El hacer la declaración absoluta de “¡Dios no existe!” es hacer una aseveración de conocer absolutamente todo lo que hay que saber acerca de todo – y haber estado en todos los lugares que componen el universo – de haber presenciado todo lo que hay que ser visto. Desde luego, ningún ateo hará estas afirmaciones exactamente. Sin embargo, eso es en esencia lo que ellos aseguran cuando declaran que Dios no existe. Los ateístas no pueden probar que Dios no, por ejemplo, vive en el centro del sol, o atrás de las nubes de Júpiter, o en alguna nebulosa distante. Esto no puede ser probado, así que tampoco puede probarse que Dios no existe. Se necesita la misma medida de fe para ser ateísta, que para ser teísta.
            Así que, estamos de regreso donde empezamos. El ateísmo no es comprobable y la existencia de Dios debe ser aceptada por fe. Yo creo firmemente que Dios existe. Admito gustosamente que mi creencia en la existencia de Dios está basada en la fe. Al mismo tiempo, rechazo firmemente la idea de que es ilógico creer en Dios. Creo que la existencia de Dios puede ser claramente vista, vívidamente sentida, y ser necesariamente filosófica y científicamente probada. Salmos 19:1-4 dice, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras.

martes, 25 de abril de 2017

CRISTO TE HACE UN HOMBRE NUEVO

PUBLICADO Por: Juan José Andrade 


Te presento el siguiente cuestionamiento y ruego tu colaboración: El hombre viejo y el hombre nuevo, ¿pueden convivir juntos en una persona o necesariamente uno desechará al otro?
La metáfora del apóstol Pablo del "viejo hombre" y el "nuevo hombre" mencionada en Efesios cap. 4, rebasa las especificaciones justamente de una metáfora y se convierte en una perfecta realidad. El "viejo hombre" representa nuestra vida pasada y el "nuevo", la nueva vida en Cristo Jesús. ¿Puede el hombre nuevo vivir en el viejo?, o de igual manera, ¿puede el hombre viejo vivir en el nuevo?
Como cristianos a menudo somos sorprendidos al manifestar actitudes pasadas que creíamos superadas, enterradas y crucificadas. Por ejemplo: palabras hirientes, malos pensamientos, actos indebidos, palabras de esas grandes, rasgos de carácter que nos avergüenzan y que corresponden al estilo de vida del "viejo hombre", ése que éramos años atrás, antes de aceptar a Jesucristo y entregarle nuestro corazón por medio del bautismo. Cuando esto ha sucedido, muchos experimentamos tristeza y desánimo en el camino cristiano, y a veces hasta el deseo de no continuar más en una lucha que parece imposible al ver que no hay mucha mejoría, pero ¿por qué pasa esto?
Bueno, sé que no es fácil aceptarlo, pero realmente esta experiencia de frustración es resultado de los intentos de luchar solos y de querer crecer y ganar la batalla por nuestra propia cuenta. Aún a pesar de los años recorridos en el camino de la vida cristiana, podemos tener este mismo conflicto y esta misma experiencia.
El apóstol Pablo tuvo esa misma lucha. Tiempo después de que le entregó su corazón a Jesús, llegó a decir: "Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago" (Ro. 7:19). Había pasado algún tiempo y seguía haciendo cosas que se suponía ya estaban sepultadas. Tal fue su desesperación que llegó a decir: "¡miserable de mí!, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" (Ro. 7:24).
Esta declaración que expresa a los romanos es similar a la que hace a los efesios, cuando en el capítulo 4 de su carta habla de los dos hombres: el "hombre viejo" y el "nuevo hombre".
Sin embargo, esa angustia del conflicto interior y esa lucha real que experimentó llegó a su fin cuando llegó al entendimiento y a la comprensión iluminada por Dios de que sólo viviendo y siendo guiado por el Espíritu Santo podía ser superado. Por eso escribió: "…el ocuparse del Espíritu es vida y paz" (8:6).
Unos versículos más adelante dice: "Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros" (8:11).
Dos naturalezas forman parte de nuestra vida, la naturaleza carnal recibida al nacer, o el "viejo hombre", nuestra pasada manera de vivir representado por el "cuerpo de muerte" que llevamos cargando y que podría ser entendida como la inclinación natural hacia el mal; y la naturaleza espiritual o el "hombre nuevo", que recibimos al aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador.
El "nuevo hombre" debería subyugar al "viejo", si es que verdaderamente el otro (viejo) ha sido sepultado y el nuevo hombre cada día alimentado por esa relación con Jesucristo. Ahora, sin dejar de reconocer que la inclinación al mal estará con nosotros mientras vivamos, hasta que "esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad" (1ª. Co. 15: 53), creo que si cada día nos revestimos de Cristo, es decir, le entregamos nuestro ser entero, Él hará por nosotros lo que ahora parece imposible.
El apóstol dando respuesta a la pregunta: ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? dijo de inmediato: "Gracias doy a Dios por Jesucristo…" (Ro. 7:25). Él es la solución, Cristo y nadie más; y el Espíritu Santo "…nos ayuda en nuestra debilidad" (Ro. 8: 26).
Los siguientes pensamientos arrojan luz al respecto:"Nadie ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz que desciende de los atrios celestiales. La bendición viene cuando por la fe, el alma, se entrega a Dios. Entonces ese poder que ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios" E.G.W., DTG, p. 144.
 "Quien trate de llegar a ser santo mediante sus esfuerzos por guardar la ley está intentando algo imposible" E.G.W., CC p. 90.
 "Todos los que se hayan revestido del manto de la justicia de Cristo subsistirán delante de Él como escogidos fieles y veraces..." T.t. 5, p. 446.

lunes, 24 de abril de 2017

EL PODER DE ORAR

 PUBLICADO POR: http://www.allaboutprayer.org

El Poder de la Oración - ¿Cuán poderosa es?
El poder de la oración no debe ser subestimado. Santiago 5:16-18 declara, “...La oración eficaz del justo puede mucho. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió en la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dió lluvia, y la tierra produjo su fruto.” Dios definitivamente escucha las oraciones, responde a las oraciones y se mueve en respuesta a las oraciones.

Jesús enseñó, “...porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá y se pasará; y nada os será imposible.” (Mateo 17:20). 2 Corintios 10:45 nos dice, “porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” La Biblia nos urge “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.” (Efesios 6:18)

El Poder de la Oración - ¿Cómo me aprovecho de él?
El poder de la oración no es el resultado de la persona orando. Por el contrario, el poder reside en el Dios a quién oramos. Juan 5:14-15 dice, “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” No importa quién esté orando, la pasión en la oración, o el propósito de la oración – Dios responde a las peticiones que están de acuerdo con su voluntad. Su repuesta no siempre es sí, pero siempre es en nuestro mejor interés. Cuando nuestros deseos se alinean con Su voluntad, lo entenderemos en su momento. Cuando oramos apasionadamente y con propósito, de acuerdo con la voluntad de Dios, ¡Dios responde poderosamente!
No podemos llegar a la oración poderosa usando “fórmulas mágicas.” La respuesta a nuestras oraciones no depende de la elocuencia de nuestras oraciones. No tenemos que usar ciertas palabras o frases para lograr que Dios conteste nuestras oraciones. De hecho, Jesús rechaza a aquellos que oran usando repeticiones, “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; pues vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.” (Mateo 6:7-8). La oración es una comunicación con Dios. Todo lo que tienes que hacer es pedirle a Dios Su ayuda. El Salmo 107:28-30 nos recuerda, “Entonces claman a Jehová en su angustia, y los libra de sus aflicciones. Calma la tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas. Luego se alegran, por que se apaciguaron; y así los guía al puerto que deseaban.” ¡Hay poder en la oración!

El Poder de la Oración - ¿Por cuáles cosas debo orar?
La ayuda de Dios a través del poder de la oración está disponible para toda clase de pedidos y asuntos. Filipenses 4:6-7 nos dice, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Si necesitas un ejemplo de cómo orar, lee Mateo 6:9-13. Estos versos se conocen como el Padre Nuestro. El Padre Nuestro no es una oración para memorizarla y simplemente recitársela a Dios. Es solamente un ejemplo de cómo orar y las cosas que deben decirse en una oración – adoración, confianza en Dios, peticiones, confesión, protección, etc. Ora por estas cosas, pero háblale a Dios usando tus propias palabras.

La Palabra de Dios está llena de relatos que describen el poder de la oración en varias situaciones. El poder de la oración ha vencido enemigos (Salmos 6:9-10), conquistado la muerte (2 Reyes 4:3-36), traído sanidad (Santiago 5:14-15), y derrotado demonios (Marcos 9:29). Dios, a través de la oración, abre ojos, cambia corazones, sana heridas, y concede sabiduría (Santiago 1:5). ¡El poder de la oración no debe ser subestimado ya que se sustenta de la gloria y fuerza del infinitamente poderoso Dios del universo! Daniel 4:35 proclama, “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano y le diga: ¿Qué haces?”

JESUS EL RIO DE VIDA

La frase exacta "río de la vida" no aparece en la Biblia. Sin embargo, Apocalipsis 22:1-2 se refiere a "un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero." El apóstol Juan, en su visión de la Nueva Jerusalén, describe el río que fluye "en medio de la calle de la ciudad.”


El agua es una representación simbólica común de la vida eterna en la Escritura. Isaías se refiere a sacar agua de “las fuentes de la salvación” con alegría (Isaías 12:3). El profeta del Antiguo Testamento Jeremías reprendió a los israelitas por abandonar a Dios, "la fuente de agua viva" y por cavar ellos mismos sus propias cisternas que no pueden retener el agua (Jeremías 2:13). Los israelitas habían abandonado al Dios vivo, quien solo proporciona la vida eterna, para correr tras ídolos falsos, mundanalidad y religiones basadas en obras. Los hombres hacen lo mismo hoy en día, rechazando el agua de la vida que sólo Cristo provee para una vida seca y polvorienta de materialismo y egoísmo.

Jesús alentó a la mujer samaritana en el pozo tomar de Él el agua de vida (eterna) para que ella nunca tuviese sed de nuevo, espiritualmente (Juan 4:13-14). Aquellos que creen en Él, Jesús dice en Juan 7:38, tendrán ríos de agua viva corriendo de ellos. El agua es un símbolo apropiado y fácil de entender para la vida. Así como el agua física es necesaria para sustentar la vida física de la tierra, el agua viva del Salvador es necesaria para sustentar la vida eterna con Él. Jesús es tanto el Pan de Vida (Juan 6:35) como la fuente de agua viva, sosteniendo a Su pueblo para siempre.

El río del agua de la vida en Apocalipsis 22
es más probablemente una representación simbólica de la vida eterna que Dios provee, libre para ser tomada para todo aquel que cree en Cristo.


sábado, 22 de abril de 2017

CUANDO SIENTES QUE DIOS NO RESPONDE TUS ORACIONES

PUBLICADO POR: JOSUEBARRIOS.COM

A veces parece que Dios no responde tus oraciones, ¿cierto? Estas son 12 cosas que necesitas tomar en cuenta en momentos así. Algunas de ellas tal vez expliquen por qué parece que Dios no te responde:

1. Lee Su Palabra.

La oración es hablar con Dios, cierto, pero Él nos responde y habla directamente por medio de Su palabra. Si buscas respuestas y consejos, allí vas a hallar todo eso… Descubrirás también, que “Jesús no vino solo a darnos respuestas, sino a ser la respuesta” (Tim Keller).
Además, la fe viene por el oír la Palabra de Dios (Romanos 10:17). La Biblia es la fuente de fe que necesitamos todos los días.

2. Necesitas ser más específico cuando oras.

A veces oramos de forma muy general por muchos asuntos, y por eso no vemos una respuesta precisa por parte de Dios a nuestras oraciones, a pesar de que Él las responda y esas respuestas estén frente a nuestras caras.
Deberíamos ser más específicos en nuestras peticiones a Dios. Así cuando la respuesta de Dios está ante nosotros, veremos de forma mucho más clara cómo Él sí responde nuestras oraciones.
Lee también: 25 cosas que he aprendido sobre la oración en mi viaje espiritual.

3. Busca orar de una forma bíblica.

Aprende a orar. Cuanto más entendemos lo que dice la Biblia sobre Dios y sobre la oración, mejor oraremos, y durante la oración correcta y que agrada realmente a Dios, nuestros corazones son cambiados para entender mejor cómo obra Dios en nosotros y a nuestro alrededor.
En algunas semanas hablaré en el blog sobre la importancia de orar con un conocimiento apropiado. Suscríbete aquí en el blog (totalmente gratis) para que no te pierdas esos posts.
Como dice Sproul: “Si hay algo peor que no orar, es orar de una forma incorrecta”. Si buscamos orar de forma bíblica, no es para que Dios nos recompense escuchándonos (no merecemos nada de lo que Él nos da). Si buscamos aprender orar bien es porque queremos que nuestra fe crezca como Dios quiere y porque queremos conocer a Dios cada día más.
Tener un buen entendimiento creciente de Dios, de nosotros y de la oración, nos hará esperar las respuestas de Dios como Él quiere que lo hagamos: Con gozo y con fe.
Nadie es un experto en oración, pero todo cristiano buscar orar cada día mejor (y Dios es paciente y amoroso con nosotros mientras aprendemos a orar, y nos escucha a pesar de que a veces nos equivoquemos).

4. ¿Estás viendo las cosas como Dios las ve?

La madurez espiritual no consiste en la capacidad para ver lo que es extraordinario (precisamente, porque lo extraordinario es muy visible), sino en aprender a ver todas las cosas como Dios las ve.
¡Tal vez Dios está contestando tus oraciones y tus ojos están cerrados  y no lo puedes ver!
Ora a Dios para que te enseñe a ver las cosas como Él las ve.

5. Sé paciente y persevera.

“Solo porque aún no veas la respuesta a tu oración no significa que Dios te ignora”
Dios puede responder muchas de tus oraciones en el mismo momento en que las haces. Sin embargo, muchas veces Él quiere que esperemos para que durante la espera lo conozcamos más (Ser paciente y perseverantes en la fe es parte de orar). Solo porque aún no veas la respuesta a tu oración no significa que Dios te ignora.
Algo importante que también necesitamos saber: Tal vez varias de tus oraciones serán respondidas cuando Jesús regrese. Piénsalo. Es por eso que nuestras oraciones son usadas por Dios para incrementar en nosotros un anhelo por el cumplimiento de Su voluntad.
Lee también: ¿Cual es la voluntad de Dios para nuestras vidas?

6. Examina tus oraciones y tu corazón.

¿Por qué pides lo que pides? ¿Cómo está tu corazón? ¿Qué es lo que más anhelas? Recuerda que Dios nunca concederá una petición que esté fuera de Su voluntad ya revelada (Juan 15:7), y que no provenga de un corazón realmente arrepentido y que ame a Dios cada día más.
Juan 9:31 afirma que Dios no escucha a pecadores, Salmos 109:7 sugiere que las oraciones de quienes no son hijos de Dios son pecado y Proverbios 28:9 dice que la oración del desobediente es una abominación a Dios. El Salmo 66 tiene mucho que decir sobre eso.
En contraste, la Palabra afirma en Proverbios 15:29 que Dios escucha a los justos, y en Santiago 5:16 que la oración del justo puede mucho.
La Biblia dice: “Deléitate en el Señor y Él concederá los deseos de tu corazón” (Salmos 37:4). Y es que cuando nos deleitamos en Él, deseamos lo que Él desea. Por eso el salmista dice: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno” (Salmos 139:23-24). Esto tiene que ver con lo siguiente.

7. Renuncia a toda idea falsa.

Un dios imaginario jamás responderá oraciones aunque a veces alguna gente crea que sí (Jeremías 44:16-19). En cambio, el Dios único y verdadero sí escucha nuestras oraciones.
Digo esto porque en el pasado he escuchado a algunas personas orar, y cuando las escucho, inmediatamente me doy cuenta de que no creen en el Dios de la Biblia (es asombroso lo mucho que puedes conocer sobre la teología de alguien al escuchar a esa persona orar).
No estoy diciendo que este sea tu caso, pero siempre es bueno tener presente quién es realmente Dios cuando oramos y esperamos. Es importante examinarnos (2 Corintios 13:5)
Cuando sabemos quién es Dios, nuestro orgullo es aplastado y buscamos orar conforme a Su Voluntad y reconociéndolo como realmente es ¡Y esas oraciones SIEMPRE son respondidas para la Gloria a Dios! También confesamos nuestros pecados en oración, lo cual es algo muy importante cuando oramos (1 Juan 1:9).
“Nunca debemos orar como si Dios nos debiera algo”
Así que busca conocer cada día más a Dios y cómo Jesús te salvó, y que tu vida (y tus oraciones, y sus respuestas) esté edificada en la verdad. Nunca debemos orar como si Dios nos debiera algo, como si el poder está en nuestra fe (y no en quien está puesta la fe), como si Dios necesitara nuestro permiso, como si Dios no fuese omnipotente.
Dios es quien produce en nosotros el querer y el hacer (Filipenses 2:13)… y esto abarca nuestras oraciones y el motivo de ellas.
Cuando abrazamos la verdad, tenemos gozo en Dios durante la espera a la respuesta de nuestras oraciones.
Lee también: 3 versículos de aliento expuestos para tu gozo.

8. No permitas estorbos en tus oraciones.

Ya te he hablado brevemente sobre la importancia de confesar nuestros pecados cuando oramos, ya que de otra forma Dios no nos escucha porque Él no escucha a los altivos (Santiago 4:6).
Otras razones por las que Dios no escucha nuestras oraciones, es cuando no tratamos a nuestra esposa (si estamos casados) como es debido (1 Pedro 3:7), o cuando tenemos un conflicto con alguien que no hemos resuelto o tratado de resolver en amor y conforme a la voluntad de Dios (Mateo 5:23-24).
Quitar estos estorbos (yo los llamo así) antes de orar no nos hará merecedores de que Dios responda nuestras oraciones, sino que son una evidencia de que en verdad somos Sus hijos.

9. Confía en que Dios responde a tus oraciones mejor que como tú crees.

En Efesios 3:20 leemos que Dios “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros…”
“Cuando oramos, Dios nunca nos deja en “visto””
¿Qué significa esto? Que si realmente has orado a Dios, Él ya escucho tu oración y la responde de una forma mejor que como tú crees (aunque no puedas ver aún cómo es esa respuesta). Cuando oramos, Dios nunca nos deja en “visto”.
1 Juan 5:14-15: “Y estamos seguros de que él nos oye cada vez que le pedimos algo que le agrada; y como sabemos que él nos oye cuando le hacemos nuestras peticiones, también sabemos que nos dará lo que le pedimos” (NTV)

10. Antes de que oraras, Dios ya sabía que orarías y planeó la respuesta.

(Salmos 139:4, Mateo 6:7-8). Leyendo las confesiones de Agustín de Hipona, aprendí algo que es muy bíblico: Dios causa oraciones en los corazones de Sus hijos que Él planeó desde antes de la fundación del mundo que fuesen oradas y respondidas (Efesios 1 y 2 habla mucho sobre eso).
En momentos en que parece que Dios no nos responde, es sumamente importante saber esto. De hecho, a veces creo que esta verdad tal vez debería darnos más gozo que una respuesta a cualquier oración que podamos hacer. Dios realmente nos ama.
 Lee también: Cómo saber si tu sueño viene de Dios.

11. Aprende que algunos de los regalos más maravillosos que Dios nos da, son oraciones no respondidas.

(O al menos no respondidas de la forma en que esperábamos)
Por eso C.S. Lewis dice: “Si Dios hubiera contestado todas las oraciones tontas que he hecho en mi vida, ¿dónde estaría yo ahora?”
“Los momentos de espera son para que conozcamos más a Dios”
La tesis de mi ebook “Conociendo a Dios Every Day” es la siguiente: Cada momento de nuestras vidas es una oportunidad para conocer más a Dios (y eso incluye las ocasiones en que parece que no nos responde). Los momentos de espera son para que conozcamos más a Dios.
En tiempos en que parece que Dios no nos responde, solemos actuar como si Él no hubiese hecho suficiente por nosotros. En vez de hacer eso, confiemos realmente en Él y seamos abrumados por Su grandeza. Seamos agradecidos. Es difícil serlo, lo sé, pero con Dios todo lo bueno es posible.

12. Recuerda que Dios sigue obrando en tu vida.

John Piper dice: “Dios siempre está haciendo 10.000 cosas en tu vida y tú puedes estar al tanto de tres de ellas”. Eso es tan cierto…
Solo porque parece que Dios no responde una petición que haces, no significa que Él se olvidó de ti. De hecho, Él terminará lo que empezó en ti (Filipenses 1:6).
Aunque a veces oremos mal aunque esa no sea nuestra intención, y aunque a veces pareciera que Dios nos dejó solos, si somos hijos de Dios, el Espíritu Santo siempre ora por nosotros conforme a la voluntad de Dios, y Él hace que todo nos ayude a bien a fin de que seamos conformados a la imagen de Jesús (Romanos 8:26-29). Dios nunca abandona a Sus hijos.

LA ESPERANZA CONTRA ESPERANZA

«El creyó en esperanza contra esperanza» Romanos 4, 18. Toda esperanza humana se había ido en contra de Abraham, pero en medio de esta desesperanza creyó en Dios, con una esperanza viva y se regocijó como si ya había recibido Isaac.
No tenemos ningún uso para la esperanza y la fe cuando algo humanamente hablando parece ser brillante y esperanzador. «Porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?» Romanos 8, 24.
Allí donde nuestro razonamiento humano enfrenta una pared alta, gruesa e impenetrable a las dificultades y donde uno ve todo pesado y oscuro, allí la fe hace un agujero y la luz puede penetrar.
La gente se derriba cuando las cosas van en contra de ellos. Se decepcionan, desalientan y desgastan, y en este espíritu piensan y hablan y son una carga tanto para sí mismos como para sus semejantes.

El Espíritu de la Fe

Allí donde nuestro razonamiento humano enfrenta una pared alta, gruesa e impenetrable a las dificultades y donde uno ve todo pesado y oscuro, allí la fe hace un agujero y la luz puede penetrar.
Pablo y varios con él tenían el Espíritu de la fe, y en este Espíritu hablaban palabras de edificación, aliento y consuelo. Cuando Pablo estuvo preso en Roma, exhortó a los filipenses a siempre regocijarse en el Señor. Mientras más activo estamos en el servicio a Dios, Satanás se vuelve más activo en su intento por debilitar e impedir llevar a cabo las obras del Señor con alegría. En el día de adversidad se presenta y pinta negro toda esperanza. Pero la esperanza que brilla a través de una fe viva, no se puede oscurecer. La fe considera el día de adversidad como un día de éxito, porque viene a ser un día de salvación.
Mientras la fe no tenga una base firme en nuestra vida, seremos llevados por todos lados por nuestros sentimientos engañosos con intranquilidad y ansiedad. Algunas veces las cosas se verán iluminadas, y de repente todo estará oscuro de nuevo. Sin embargo, si nos hundimos en el desánimo y desaliento, entonces Satanás ya ganó la batalla, «porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.» 2 Timoteo 1, 7. – «El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos.» Proverbios 17, 22.
Slapphet og likegyldighet finnes ikke i troen.

¡Es posible!

Allí donde el razonamiento humano dice: «¡Es imposible!»  Allí la fe dice: «¡Es posible!» La fe es plena confianza en Dios que todo lo puede y nos ama. Su nombre es Admirable, y Él hace maravillas. Aunque una madre puede olvidar a su propio hijo, Él no nos olvida. Isaías 49, 15. Sin fe es imposible agradar a Dios, pero a través de la fe podemos agradarle, y nos convertimos en su amigo confidente cuyas oraciones son contestadas y que recibe ayuda en el día de la necesidad. Si se demora en contestarnos, donde queremos que Él actúe de inmediato, tenemos que encontrar el reposo en el reconcomiendo que Él es perfecto en sabiduría, bondad y amor, y que Él actúa en el momento oportuno para nuestro beneficio eterno y el de nuestros hijos o bien en cada situación.

La pereza y la indiferencia son ajenas a la fe. En la fe tenemos que luchar contra todo lo que quiere impedirnos alcanzar la esperanza que esperamos con alegría. Él contesta nuestras oraciones según la necesidad y el anhelo en nuestro corazón. Si creemos, también podremos ver  y experimentar la gloria de Dios.
 
Extracto de un artículo publicado primeramente en la revista de la iglesia Skjulte Skatter, septiembre 1965

LA ESPERANZA ESTA EN DIOS



 PUBLICADO POR:

Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA


¿Dónde hallar verdadera esperanza?

IMAGÍNESE que el reloj se le para y parece estar estropeado. Al buscar un relojero para que se lo arregle, encuentra muchos anuncios prometedores, pero algunos son contradictorios. Entonces descubre que un vecino suyo es el ingenioso hombre que años atrás diseñó ese modelo particular de reloj, y que además está dispuesto a reparárselo sin costo alguno. Es fácil deducir a qué relojero recurrirá, ¿verdad?

Ahora comparemos ese reloj con su esperanza. Si se da cuenta de que la está perdiendo —como les sucede a muchos en estos tiempos difíciles—, ¿adónde acudirá por ayuda? Una infinidad de personas afirman poder solucionar el problema, pero sus incontables sugerencias resultan confusas y contradictorias. ¿Por qué no acudir entonces a Aquel que diseñó al hombre con la capacidad para tener esperanza? La Biblia dice que “no está muy lejos de cada uno de nosotros” y que está muy dispuesto a ayudarnos (Hechos 17:27; 1 Pedro 5:7).


Una definición más abarcadora de la esperanza

El concepto bíblico de la esperanza es más amplio y profundo que el que utilizan por lo general los médicos, científicos y psicólogos de hoy día. Los términos de las lenguas originales en las que se escribió la Biblia y que se traducen por “esperanza” transmiten la idea de ansiar y de esperar el bien. La esperanza consta básicamente de dos elementos: el deseo de algo bueno y el fundamento para creer que ese algo bueno vendrá. La esperanza que ofrece la Biblia no consiste solo en vanas ilusiones. Está basada sólidamente en hechos y pruebas.

En este aspecto es similar a la fe, la cual debe basarse en pruebas, no consistir en simple credulidad (Hebreos 11:1). Pero las Escrituras distinguen la fe de la esperanza (1 Corintios 13:13).

Para ilustrarlo: cuando le pedimos un favor a un amigo de confianza, tenemos la esperanza de que nos ayude. Dicha esperanza no carece de base, pues tenemos fe en ese amigo, lo conocemos bien y hemos presenciado sus actos de bondad y generosidad en el pasado. Nuestra fe y nuestra esperanza están muy relacionadas, son incluso interdependientes, pero no son exactamente lo mismo. ¿Cómo cultivar esa clase de esperanza en Dios?

La base de la esperanza

Jehová Dios es la fuente de la esperanza verdadera. De hecho, en tiempos bíblicos lo llamaban “la esperanza de Israel” (Jeremías 14:8). Toda esperanza confiable que su pueblo tenía procedía de él, por lo que podía decirse que él era su esperanza. Esta no consistía solo en desear algo. Dios les dio una base sólida para tener esperanza. Al tratar con ellos a lo largo de los siglos, se labró una reputación de cumplir siempre sus promesas. Josué, caudillo de Israel, dijo al pueblo: “Ustedes bien saben [...] que ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado” (Josué 23:14).


Miles de años después, Jehová sigue teniendo la misma reputación. La Biblia está repleta de sobresalientes promesas de Dios así como del registro histórico exacto de su cumplimiento. Sus promesas proféticas son tan confiables que a veces están redactadas como si ya se hubieran cumplido al momento de pronunciarse.

Esa es la razón por la que podemos llamar a la Biblia el libro de la esperanza. A medida que estudiemos el proceder de Dios con la humanidad, aumentarán las razones para cifrar nuestra esperanza en él. El apóstol Pablo escribió: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza” (Romanos 15:4).

¿Qué esperanza nos ofrece Dios?

¿Cuándo sentimos la mayor necesidad de tener esperanza? ¿No es al enfrentarnos a la muerte? Sin embargo, en el caso de muchas personas, precisamente cuando la muerte se lleva a un ser querido es cuando les resulta más difícil tener esperanza. Al fin y al cabo, ¿qué pudiera ser más desesperanzador que la muerte? Nos persigue inevitablemente a todos sin excepción. Solo podemos eludirla por un tiempo, y es imposible alterar sus efectos. Con razón la Biblia la llama “el último enemigo” (1 Corintios 15:26).

Entonces, ¿cómo hallar esperanza ante la muerte? Pues bien, el versículo bíblico que la llama el último enemigo también dice que será “reducida a nada”. Jehová Dios es más poderoso que la muerte, y lo ha demostrado en muchas ocasiones. ¿Cómo? Resucitando a personas. La Biblia narra nueve casos en los que Dios utilizó su poder para devolver la vida a los difuntos.

En una ocasión especial, Jehová otorgó a su Hijo, Jesús, el poder de resucitar a Lázaro, un querido amigo suyo que llevaba cuatro días muerto. Jesús no lo hizo a escondidas, sino abiertamente, delante de una multitud (Juan 11:38-48, 53; 12:9, 10).

Tal vez usted se pregunte por qué se resucitó a aquellas personas, si al fin y al cabo envejecieron y finalmente volvieron a morir. Eso es cierto, pero gracias a los confiables relatos de aquellas resurrecciones podemos tener más que un simple deseo de que nuestros seres queridos vuelvan a vivir: tenemos razones para creer que resucitarán. En otras palabras, abrigamos una esperanza verdadera.


Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25). Es a él a quien Jehová dará el poder de resucitar a personas a escala mundial. También aseguró: “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz [la de Cristo] y saldrán” (Juan 5:28, 29). En efecto, todos los que descansan en la sepultura tienen la perspectiva de ser resucitados para vivir en una Tierra paradisíaca.

El profeta Isaías describió la resurrección con estas conmovedoras palabras: “Tus muertos sí volverán a vivir, sus cadáveres resucitarán. Los que duermen en la tierra se despertarán y darán gritos de alegría. Porque tú envías tu luz como rocío y los muertos volverán a nacer de la tierra” (Isaías 26:19, Versión Popular).

¿No resulta consoladora esa promesa? Los difuntos se encuentran en la situación más segura que uno pueda imaginarse, protegidos como una criatura en la matriz de su madre. De hecho, quienes descansan en la sepultura están perfectamente resguardados en la ilimitada memoria del Dios todopoderoso (Lucas 20:37, 38). Y pronto serán resucitados para vivir en un mundo feliz y acogedor, tal como un recién nacido es recibido por una familia que lo espera con cariño. De modo que, hasta cuando afrontamos la muerte, hay esperanza.

Lo que la esperanza puede hacer para nosotros

Pablo nos enseña mucho acerca del valor de la esperanza. La mencionó como una parte fundamental de la armadura espiritual: el yelmo (1 Tesalonicenses 5:8). ¿Qué quiso decir con ello? Pues bien, en tiempos bíblicos, los soldados que entraban en batalla llevaban puesto un yelmo de metal, generalmente sobre un gorro de fieltro o de cuero. Gracias al yelmo, la mayor parte de los golpes que recibían en la cabeza no resultaban mortales. Por tanto, tal como un yelmo protege la cabeza, la esperanza protege la mente, la facultad de pensar. Si tenemos una esperanza sólida en armonía con los propósitos de Dios, ni el pánico ni la desesperación nos quitarán la paz mental cuando afrontemos dificultades. ¿Quién no necesita esa clase de yelmo?

Pablo utilizó otra ilustración gráfica sobre la esperanza que está vinculada a la voluntad de Dios. Escribió: “Esta esperanza la tenemos como ancla del alma, tanto segura como firme” (Hebreos 6:19). Como superviviente de más de un naufragio, Pablo conocía bien el valor de un ancla. Cuando amenazaba una tempestad, la tripulación echaba el ancla del barco. Si esta se agarraba firmemente al fondo, el barco tendría la posibilidad de aguantar la tormenta sin sufrir muchos daños, en lugar de ser arrastrado hacia la costa y estrellarse contra las rocas.


De igual manera, si las promesas de Dios son para nosotros una esperanza “tanto segura como firme”, dicha esperanza puede ayudarnos a capear el temporal de los tiempos en que vivimos. Jehová promete que pronto vendrá el día en que la humanidad ya no sufrirá por causa de las guerras, la criminalidad, las penas y ni siquiera la muerte (véase el recuadro de la pág. 10). Aferrarnos a esa esperanza puede ayudarnos a evitar el desastre, pues nos da el incentivo que necesitamos para regirnos por las normas de Dios en lugar de ceder al espíritu caótico e inmoral que tanto prevalece en el mundo de hoy.

La esperanza que Jehová ofrece también está al alcance de usted, lector. Él desea que usted viva la vida como él se proponía. Desea que “hombres de toda clase se salven”. ¿Cómo obtener la salvación? En primer lugar, toda persona debe llegar “a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Timoteo 2:4). Los editores de esta revista lo animamos a adquirir ese conocimiento dador de vida relacionado con la verdad de la Palabra de Dios. La esperanza que Dios le aportará de ese modo es muy superior a cualquier esperanza que pueda ofrecerle este mundo.

Con dicha esperanza, no tenemos por qué ceder a la resignación, pues Dios puede darnos las fuerzas necesarias para alcanzar cualquier meta que esté en armonía con su voluntad (2 Corintios 4:7; Filipenses 4:13). ¿No es esa la clase de esperanza que necesitamos? De modo que si le hace falta esperanza y la ha estado buscando, cobre ánimo. Está a su alcance. Puede hallarla.

sábado, 8 de abril de 2017

LA PERSEVERANCIA LA VICTORIA EN MEDIO DE PRUEBAS

La perseverancia ayuda a triunfar

LA PERSEVERANCIA es una cualidad que escasea en nuestros tiempos. Muchas personas creen que el triunfo tiene que ver más con estar en el lugar debido en el momento apropiado que con la perseverancia. ¿Quién puede culparlas de ello? Los medios de comunicación están llenos de frases publicitarias cuyo mensaje subliminal es que, con el mínimo esfuerzo y solo un poco más de dinero, puede conseguirse casi todo lo que se desea. En los periódicos no dejan de aparecer historias de triunfos repentinos y de jóvenes empresarios prodigios que ganan millones de dólares poco después de graduarse.

El columnista Leonard Pitts se lamenta: “En una sociedad obsesionada con la imagen, parece demasiado fácil. [...] Parece algo que cualquiera podría lograr con solo entender el truco, tener la habilidad o recibir ayuda divina”.

¿Qué es la perseverancia?

Perseverar significa “mantenerse firme o constante en la realización o continuación de una cosa”. Implica proseguir con decisión ante la adversidad, ser tenaz, no darse por vencido. La Biblia pone de relieve la importancia de la perseverancia. Por ejemplo, nos da los siguientes consejos: “Sigan, pues, buscando primero el reino”, “sigan tocando, y se les abrirá”, “perseveren en la oración” y “adhiéranse firmemente a lo que es excelente” (Mateo 6:33; Lucas 11:9; Romanos 12:12; 1 Tesalonicenses 5:21).

Un aspecto importante de la perseverancia es hacer frente a los reveses que inevitablemente se sufrirán. Proverbios 24:16 dice: “Puede que el justo caiga hasta siete veces, y ciertamente se levantará”. En lugar de rendirse cuando se presenta una dificultad o se tiene un fracaso, quien persevera ‘se levanta’, sigue adelante y lo intenta de nuevo.

No obstante, muchas personas no están preparadas para afrontar las dificultades y los fracasos que pudieran surgir. Como nunca han desarrollado el deseo de perseverar, se dan por vencidas fácilmente. “Muchos reaccionan ante el fracaso de un modo perjudicial para sí mismos —observa el escritor Morley Callaghan—. Se autocompadecen, culpan a todo el mundo, se amargan y [...] se rinden.”

Es lamentable que se reaccione así. “Nos olvidamos —señala Pitts— que hay razones para sufrir pruebas penosas, que en la adversidad puede haber algo de valor.” ¿De qué se trata? Concluye: “Aprendes que los fracasos no son fatales, que los reveses no son eternos. Te ayuda a ser más profundo. Te prepara para afrontar otras situaciones”. La Biblia dice sencillamente: “Por toda clase de trabajo afanoso llega a haber una ventaja” (Proverbios 14:23).

Por supuesto, no siempre es fácil volver a empezar tras un revés. En ocasiones nos topamos con obstáculos que tal vez parezcan resistir todos nuestros intentos de superarlos. En lugar de acercarnos a la realización de nuestros objetivos, parece que nos alejáramos de estos más y más. Puede que nos sintamos abrumados e incapaces de continuar, y que nos desalentemos y hasta deprimamos (Proverbios 24:10). Pero la Biblia nos anima: “No desistamos de hacer lo que es excelente, porque al debido tiempo segaremos si no nos cansamos” (Gálatas 6:9).

¿Qué nos ayuda a perseverar?

El primer paso para perseverar en el camino elegido es fijarse objetivos asequibles y que merezcan la pena. El apóstol Pablo entendía, sin duda, este punto. Dijo a los corintios: “La manera como estoy corriendo no es incierta; la manera como estoy dirigiendo mis golpes es como para no estar hiriendo el aire”. Pablo sabía que si quería que sus esfuerzos dieran fruto, necesitaba objetivos claros, como el corredor que centra su atención en cruzar la línea de meta. “¿No saben ustedes que los corredores en una carrera todos corren, pero solo uno recibe el premio? Corran de tal modo que lo alcancen”, fue la exhortación que dio a aquellos cristianos (1 Corintios 9:24, 26). ¿Cómo podemos hacerlo?

“El sagaz considera sus pasos”, dice Proverbios 14:15. Es prudente reevaluar de vez en cuando nuestras estrategias en la vida y preguntarnos adónde nos dirigimos y si hemos de hacer algunos cambios. Es de capital importancia tener muy claro qué deseamos lograr y por qué. Nos sentiremos menos dispuestos a renunciar si no perdemos de vista nuestro destino final. “En cuanto a tus ojos, directamente adelante deben mirar”, nos exhorta el proverbio inspirado, para que ‘puedan establecerse firmemente todos tus propios caminos’ (Proverbios 4:25, 26).

Una vez identificados los objetivos, el siguiente paso es analizar cómo proceder para alcanzarlos. Jesús preguntó: “¿Quién de ustedes que quiere edificar una torre no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo suficiente para completarla?” (Lucas 14:28). En conformidad con este principio, un experto en salud mental hizo esta observación: “Una de las cosas que he notado sobre quienes triunfan es que perciben claramente la relación entre causa y efecto en su vida. Las personas que triunfan entienden que si desean algo, han de hacer todo lo necesario para conseguirlo”. Comprender con claridad todos los pasos necesarios que hemos de dar para lograr lo que queremos nos ayudará a mantenernos concentrados. También nos hará más fácil volver a empezar si sufrimos un revés. Esta manera de ver las cosas fue la piedra angular del triunfo de Orville y Wilbur Wright.

Por tanto, cuando suframos contratiempos, hagamos lo posible por verlos de manera positiva y como una experiencia instructiva. Analicemos la situación, percibamos qué hicimos mal y corrijamos el error o remediemos el fallo. Es una ayuda hablar con otros, pues “por el consejo los planes mismos se establecen firmemente” (Proverbios 20:18). Lógicamente, con cada esfuerzo nos hacemos más expertos y hábiles, lo cual a la larga contribuye a que triunfemos.

Un tercer aspecto esencial de la perseverancia es la acción regular. El apóstol Pablo hace esta exhortación: “Hasta donde hayamos progresado, sigamos andando ordenadamente en esta misma rutina” (Filipenses 3:16). Un educador dijo: “La moderación y la regularidad durante un tiempo producen resultados significativos”. Ilustra bien este punto la conocida fábula de Esopo sobre la liebre y la tortuga. Esta ganó la carrera aún siendo mucho más lenta que la liebre. ¿Por qué? Porque fue constante y disciplinada. No se dio por vencida, sino que escogió con realismo una velocidad adecuada para ella y la mantuvo hasta que cruzó la línea de meta. En vista de que la persona constante y organizada hace progresos continuos, conserva la motivación, por lo que es menos probable que abandone o que quede fuera de la carrera. En efecto, ‘corramos de tal modo’ que podamos alcanzar la meta.

Escoger objetivos que valgan la pena

Por supuesto, para que la perseverancia sea útil, los objetivos han de merecer la pena. Mucha gente se afana por conseguir cosas que no causan felicidad. Pero la Biblia señala: “El que mira con cuidado en la ley perfecta que pertenece a la libertad, y persiste en ella, [...] será feliz al hacerla” (Santiago 1:25). En efecto: estudiar la ley de Dios que se expone en la Biblia con el propósito de entenderla es un objetivo que merece la pena. ¿Por qué? Fundamentalmente, porque la ley de Dios se basa en sus normas perfectas y justas. Como es el Creador, sabe qué es lo mejor para sus criaturas. Por tanto, si persistimos en aprender las instrucciones de Dios y las aplicamos en la vida, esa perseverancia nos traerá, sin duda, felicidad. “Confía en Jehová con todo tu corazón [...]. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas”, promete Proverbios 3:5, 6.

Además, adquirir conocimiento de Dios y de su Hijo “significa vida eterna”, dice Jesús (Juan 17:3). Las profecías bíblicas indican que vivimos en “los últimos días” de este sistema (2 Timoteo 3:1-5; Mateo 24:3-13). Dentro de poco, el Reino de Dios, su gobierno justo, impondrá su gobernación sobre los habitantes de la Tierra (Daniel 2:44; Mateo 6:10). Este gobierno introducirá una era de paz, prosperidad y bienestar sin precedentes para la humanidad obediente (Salmo 37:10, 11; Revelación [Apocalipsis] 21:4). “Dios no es parcial”, dice Hechos 10:34. Así es, a todo el mundo se le invita a disfrutar de tales beneficios.

La Biblia es un libro antiguo lleno de sabiduría y significado. Requiere tiempo y esfuerzo entenderla. Pero si persistimos en buscar su conocimiento, con la ayuda de Dios entenderemos su significado (Proverbios 2:4, 5; Santiago 1:5). Es verdad que poner en práctica lo que aprendemos puede constituir una empresa difícil. Quizás tengamos que hacer cambios en nuestro modo de pensar y nuestros hábitos. Hasta puede que amigos bien intencionados o familiares se opongan a que estudiemos la Biblia. Por tanto, es esencial la persistencia. El apóstol Pablo nos recuerda que Dios dará vida eterna a los que demuestren “aguante en la obra que es buena” (Romanos 2:7). Los testigos de Jehová estarán encantados de ayudarle a alcanzar esa meta.

Tenga la seguridad de que triunfará si persevera en aprender sobre Dios y su voluntad, y persiste en aplicar lo que aprende (Salmo 1:1-3).


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MIS PLANES VS EL PROPOSITO DE DIOS

http://www.devocionalescristianos.org Pablo, otro amigo, me dejó este texto que también me hizo reflexionar. Planteamos el nuevo año con ...