sábado, 6 de mayo de 2017

UN CRISTIANO POBRE

Jesús ponderó a la mujer viuda pobre que ofrendó lo único que tenía para su sustento y no dijo que le sería multiplicado o que era una semilla de fe sembrada que algún día tendría fruto en riquezas materiales. El Apóstol Pablo hizo un recorrido por diversas iglesias recogiendo una ofrenda de amor para los hermanos pobres de Jerusalén y no hizo la menor mención de que aquellos pobres de Jerusalén estuvieran equivocados o les faltara fe.
La ignorancia de las Escrituras ha traído siempre grandes confusiones, esto dentro del pueblo de Dios, la Iglesia. Ya lo dijo el Señor Jesús durante su ministerio terrenal: “Erráis ignorando las Escrituras y el poder de Dios”.
Uno de los grandes errores en la actualidad es lo que se ha dado en llamar “LA TEOLOGIA DE LA PROSPERIDAD”, allí se enseña que el cristiano fue llamado a ser próspero, ser rico. Naturalmente, toda persona en su sano juicio desearía ser rico. Sin embargo, estudiando en profundidad la Palabra de Dios, no tenemos apoyo para creer que todos los cristianos deben ser ricos económicamente. Tal cosa es totalmente contraria a la enseñanza bíblica. En La Biblia, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, se menciona por lo menos 166 veces la palabra “pobre” y en ninguna de esas veces se hace mención de que ser pobre es estar equivocado o de alguna manera estar fuera de plan de Dios, al contrario ¡manda a los que son ricos a tener consideración del pobre, a no oprimirlo ni tenerlo en menos! Además ponderó a la mujer viuda pobre que ofrendó lo único que tenía para su sustento, y no dijo que le sería multiplicado o que era una semilla de fe sembrada que algún día tendría fruto en riquezas materiales.
Uno de los pasajes favoritos de los que enseñan la teoría de la prosperidad, es aquel que dice: “Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna” (Mat. 19:29). Y bien, si tomamos este pasaje literalmente y lo aplicamos al pie de la letra, quien haya dejado su padre, su madre, sus hermanos, su mujer, sus hijos, etc. debe estar listo para recibir como recompensa, cien padres, cien madres, cien esposas, cien hijos, recordemos de paso que la familia tipo entre el pueblo judío, era de 5 a 10 hijos como mínimo. Siguiendo el orden de lo que venimos diciendo, quien haya dejado hermanos, debe prepararse para recibir por cada uno de los que dejó cien hermanos y cien hijos. Pero además, el territorio de Israel no alcanzaría para cumplir la promesa de multiplicación por cien, por aquellos que dejaron tierras… (Opine sobre esto con sinceridad y mucha calma).
¿Podemos interpretar La Biblia de este modo y creer que estamos en lo cierto? Claro que no. Lo que Jesús está enseñando es que nadie perderá la recompensa por haber hecho algún esfuerzo para glorificar y servir a Dios, y sabemos que cuando Dios recompensa lo hace con abundancia.
El Apóstol Pablo dice claramente: “¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te dé cuidado; pero también, si puedes hacerte libre, procúralo más” (1º Cor. 7:1). Notemos bien, si puedes librarte de la esclavitud (pobreza) está bien que lo hagas, pero que no te de cuidado ser esclavo; y recordemos que ser esclavo era el último escalón en la escala social, sin embargo Pablo no dice que sea errado ser esclavo ¡y no olvidemos que Pablo era el paladín de la teología de la gracia! Tengamos en cuenta que el Apóstol Pablo hizo un recorrido por diversas iglesias recogiendo una ofrenda de amor para los hermanos pobres de Jerusalén y no hizo la menor mención de que aquellos pobres de Jerusalén estuvieran equivocados, les faltara fe y menos aún se burló de ellos.
Se ha escrito y dicho tanto acerca de la teología de la prosperidad, que resulta del todo imposible discutirla en un espacio tan breve como éste, pero el propósito es llamar a la reflexión y estudiar con mucha atención La Biblia, recordando que ella es la única palabra infalible y que toda revelación y/o profecía debe ser examinada a su luz. Recordar también que cualquier profecía o revelación que no concuerde con La Biblia, el mandato del Señor es que debe ser rechazada, aunque venga acompañada de “milagros y señales espectaculares”. Además debemos tener cuidado de tomar versículos sueltos y fuera de contexto a fin de dar base a cosas que en realidad no tienen fundamento en las Escrituras.


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