sábado, 8 de abril de 2017

LA PERSEVERANCIA LA VICTORIA EN MEDIO DE PRUEBAS

La perseverancia ayuda a triunfar

LA PERSEVERANCIA es una cualidad que escasea en nuestros tiempos. Muchas personas creen que el triunfo tiene que ver más con estar en el lugar debido en el momento apropiado que con la perseverancia. ¿Quién puede culparlas de ello? Los medios de comunicación están llenos de frases publicitarias cuyo mensaje subliminal es que, con el mínimo esfuerzo y solo un poco más de dinero, puede conseguirse casi todo lo que se desea. En los periódicos no dejan de aparecer historias de triunfos repentinos y de jóvenes empresarios prodigios que ganan millones de dólares poco después de graduarse.

El columnista Leonard Pitts se lamenta: “En una sociedad obsesionada con la imagen, parece demasiado fácil. [...] Parece algo que cualquiera podría lograr con solo entender el truco, tener la habilidad o recibir ayuda divina”.

¿Qué es la perseverancia?

Perseverar significa “mantenerse firme o constante en la realización o continuación de una cosa”. Implica proseguir con decisión ante la adversidad, ser tenaz, no darse por vencido. La Biblia pone de relieve la importancia de la perseverancia. Por ejemplo, nos da los siguientes consejos: “Sigan, pues, buscando primero el reino”, “sigan tocando, y se les abrirá”, “perseveren en la oración” y “adhiéranse firmemente a lo que es excelente” (Mateo 6:33; Lucas 11:9; Romanos 12:12; 1 Tesalonicenses 5:21).

Un aspecto importante de la perseverancia es hacer frente a los reveses que inevitablemente se sufrirán. Proverbios 24:16 dice: “Puede que el justo caiga hasta siete veces, y ciertamente se levantará”. En lugar de rendirse cuando se presenta una dificultad o se tiene un fracaso, quien persevera ‘se levanta’, sigue adelante y lo intenta de nuevo.

No obstante, muchas personas no están preparadas para afrontar las dificultades y los fracasos que pudieran surgir. Como nunca han desarrollado el deseo de perseverar, se dan por vencidas fácilmente. “Muchos reaccionan ante el fracaso de un modo perjudicial para sí mismos —observa el escritor Morley Callaghan—. Se autocompadecen, culpan a todo el mundo, se amargan y [...] se rinden.”

Es lamentable que se reaccione así. “Nos olvidamos —señala Pitts— que hay razones para sufrir pruebas penosas, que en la adversidad puede haber algo de valor.” ¿De qué se trata? Concluye: “Aprendes que los fracasos no son fatales, que los reveses no son eternos. Te ayuda a ser más profundo. Te prepara para afrontar otras situaciones”. La Biblia dice sencillamente: “Por toda clase de trabajo afanoso llega a haber una ventaja” (Proverbios 14:23).

Por supuesto, no siempre es fácil volver a empezar tras un revés. En ocasiones nos topamos con obstáculos que tal vez parezcan resistir todos nuestros intentos de superarlos. En lugar de acercarnos a la realización de nuestros objetivos, parece que nos alejáramos de estos más y más. Puede que nos sintamos abrumados e incapaces de continuar, y que nos desalentemos y hasta deprimamos (Proverbios 24:10). Pero la Biblia nos anima: “No desistamos de hacer lo que es excelente, porque al debido tiempo segaremos si no nos cansamos” (Gálatas 6:9).

¿Qué nos ayuda a perseverar?

El primer paso para perseverar en el camino elegido es fijarse objetivos asequibles y que merezcan la pena. El apóstol Pablo entendía, sin duda, este punto. Dijo a los corintios: “La manera como estoy corriendo no es incierta; la manera como estoy dirigiendo mis golpes es como para no estar hiriendo el aire”. Pablo sabía que si quería que sus esfuerzos dieran fruto, necesitaba objetivos claros, como el corredor que centra su atención en cruzar la línea de meta. “¿No saben ustedes que los corredores en una carrera todos corren, pero solo uno recibe el premio? Corran de tal modo que lo alcancen”, fue la exhortación que dio a aquellos cristianos (1 Corintios 9:24, 26). ¿Cómo podemos hacerlo?

“El sagaz considera sus pasos”, dice Proverbios 14:15. Es prudente reevaluar de vez en cuando nuestras estrategias en la vida y preguntarnos adónde nos dirigimos y si hemos de hacer algunos cambios. Es de capital importancia tener muy claro qué deseamos lograr y por qué. Nos sentiremos menos dispuestos a renunciar si no perdemos de vista nuestro destino final. “En cuanto a tus ojos, directamente adelante deben mirar”, nos exhorta el proverbio inspirado, para que ‘puedan establecerse firmemente todos tus propios caminos’ (Proverbios 4:25, 26).

Una vez identificados los objetivos, el siguiente paso es analizar cómo proceder para alcanzarlos. Jesús preguntó: “¿Quién de ustedes que quiere edificar una torre no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo suficiente para completarla?” (Lucas 14:28). En conformidad con este principio, un experto en salud mental hizo esta observación: “Una de las cosas que he notado sobre quienes triunfan es que perciben claramente la relación entre causa y efecto en su vida. Las personas que triunfan entienden que si desean algo, han de hacer todo lo necesario para conseguirlo”. Comprender con claridad todos los pasos necesarios que hemos de dar para lograr lo que queremos nos ayudará a mantenernos concentrados. También nos hará más fácil volver a empezar si sufrimos un revés. Esta manera de ver las cosas fue la piedra angular del triunfo de Orville y Wilbur Wright.

Por tanto, cuando suframos contratiempos, hagamos lo posible por verlos de manera positiva y como una experiencia instructiva. Analicemos la situación, percibamos qué hicimos mal y corrijamos el error o remediemos el fallo. Es una ayuda hablar con otros, pues “por el consejo los planes mismos se establecen firmemente” (Proverbios 20:18). Lógicamente, con cada esfuerzo nos hacemos más expertos y hábiles, lo cual a la larga contribuye a que triunfemos.

Un tercer aspecto esencial de la perseverancia es la acción regular. El apóstol Pablo hace esta exhortación: “Hasta donde hayamos progresado, sigamos andando ordenadamente en esta misma rutina” (Filipenses 3:16). Un educador dijo: “La moderación y la regularidad durante un tiempo producen resultados significativos”. Ilustra bien este punto la conocida fábula de Esopo sobre la liebre y la tortuga. Esta ganó la carrera aún siendo mucho más lenta que la liebre. ¿Por qué? Porque fue constante y disciplinada. No se dio por vencida, sino que escogió con realismo una velocidad adecuada para ella y la mantuvo hasta que cruzó la línea de meta. En vista de que la persona constante y organizada hace progresos continuos, conserva la motivación, por lo que es menos probable que abandone o que quede fuera de la carrera. En efecto, ‘corramos de tal modo’ que podamos alcanzar la meta.

Escoger objetivos que valgan la pena

Por supuesto, para que la perseverancia sea útil, los objetivos han de merecer la pena. Mucha gente se afana por conseguir cosas que no causan felicidad. Pero la Biblia señala: “El que mira con cuidado en la ley perfecta que pertenece a la libertad, y persiste en ella, [...] será feliz al hacerla” (Santiago 1:25). En efecto: estudiar la ley de Dios que se expone en la Biblia con el propósito de entenderla es un objetivo que merece la pena. ¿Por qué? Fundamentalmente, porque la ley de Dios se basa en sus normas perfectas y justas. Como es el Creador, sabe qué es lo mejor para sus criaturas. Por tanto, si persistimos en aprender las instrucciones de Dios y las aplicamos en la vida, esa perseverancia nos traerá, sin duda, felicidad. “Confía en Jehová con todo tu corazón [...]. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas”, promete Proverbios 3:5, 6.

Además, adquirir conocimiento de Dios y de su Hijo “significa vida eterna”, dice Jesús (Juan 17:3). Las profecías bíblicas indican que vivimos en “los últimos días” de este sistema (2 Timoteo 3:1-5; Mateo 24:3-13). Dentro de poco, el Reino de Dios, su gobierno justo, impondrá su gobernación sobre los habitantes de la Tierra (Daniel 2:44; Mateo 6:10). Este gobierno introducirá una era de paz, prosperidad y bienestar sin precedentes para la humanidad obediente (Salmo 37:10, 11; Revelación [Apocalipsis] 21:4). “Dios no es parcial”, dice Hechos 10:34. Así es, a todo el mundo se le invita a disfrutar de tales beneficios.

La Biblia es un libro antiguo lleno de sabiduría y significado. Requiere tiempo y esfuerzo entenderla. Pero si persistimos en buscar su conocimiento, con la ayuda de Dios entenderemos su significado (Proverbios 2:4, 5; Santiago 1:5). Es verdad que poner en práctica lo que aprendemos puede constituir una empresa difícil. Quizás tengamos que hacer cambios en nuestro modo de pensar y nuestros hábitos. Hasta puede que amigos bien intencionados o familiares se opongan a que estudiemos la Biblia. Por tanto, es esencial la persistencia. El apóstol Pablo nos recuerda que Dios dará vida eterna a los que demuestren “aguante en la obra que es buena” (Romanos 2:7). Los testigos de Jehová estarán encantados de ayudarle a alcanzar esa meta.

Tenga la seguridad de que triunfará si persevera en aprender sobre Dios y su voluntad, y persiste en aplicar lo que aprende (Salmo 1:1-3).


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Watchtower
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