lunes, 8 de mayo de 2017

CUANDO PIERDES LAS ILUSIONES

La ilusión es una de las emociones positivas que más motivan a una persona, y es necesaria para ser feliz. Conoce las razones por las que se puede perder la ilusión, y qué debes hacer para recuperarla.
No te pedimos que te ilusione todo lo que te rodea, pero si no hay nada que te haga ilusión, no podrás ser feliz. La falta de ilusión puede ser transitoria y responder a una reacción normal ante eventos vitales estresantes (separación, despido, muerte de un ser querido, etcétera), o bien ser de carácter permanente afectando negativamente nuestra vida. En este último caso, y especialmente cuando las estrategias empleadas para salir de este estado han fallado, puede ser necesario solicitar atención psicológica especializada.
A continuación te describimos las principales consecuencias que sufren las personas sin ilusión:
  • Carecen de metas y objetivos. Existe una relación bidireccional entre la ilusión y nuestras metas; la falta de metas hace que no tengamos ilusión, y la falta de ilusión hace que no tengamos metas.
  • Sus expectativas no son realistas: en relación con el punto anterior, al no tener metas firmes se plantean la consecución de ideales, y al no ver cumplidas sus expectativas, pierden la ilusión por conseguir otra meta diferente y más asequible.
  • Tristeza, indefensión (sensación de que nada depende de ellos) y, en algunos casos, depresión.
  • Sentimiento de dispersión que verbalizan como “me siento perdido, sin ilusión, no sé lo que quiero”.
  • Sentimiento de vacío e insatisfacción constante.
  • Mal humor.
  • Envidia hacia los demás por creer que a ellos las cosas buenas que les ocurren “les vienen regaladas”.
  • Cuando la falta de ilusión afecta a la pareja: aburrimiento, sensación de desapego, decepción, discusiones frecuentes, necesidad de pasar poco tiempo con la pareja (y en algunos casos de estar en compañía de otras personas), falta de planes en común, ausencia de deseo de hacer feliz al otro, disminución del deseo sexual, etcétera.
  • Cuando la falta de ilusión afecta al trabajo: desgana a la hora de desempeñar la labor profesional, bajo rendimiento, ausencia de deseo de promoción, desinterés por las relaciones con los compañeros de trabajo, sensación de pérdida de tiempo, sentimiento de amargura antes de volver al trabajo tras el fin de semana o unos días de vacaciones, cansancio, fatiga, y otros síntomas físicos como la dificultad para dormir o los dolores de cabeza.

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